Ningún estudio ha hallado que el ayuno intermitente dispare «un 91%» el riesgo de muerte cardiovascular

Se trata de una asociación hallada por un estudio que no ha sido revisada por pares

¿Qué se ha dicho

Que comer solo durante ocho horas y ayunar el resto del día aumenta un 91% el riesgo de muerte cardiovascular.

¿Qué sabemos?

Los titulares se basan en un estudio observacional que no permite establecer una relación de causa-efecto. Los resultados se han presentado en un póster en un congreso, no han pasado ninguna revisión por pares y no han trascendido detalles metodológicos que permitan extraer ninguna conclusión similar.

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Nos habéis preguntado a través de nuestro canal de WhatsApp (+34 666 908 353) por una serie de titulares de periódicos como El Mundo o La Vanguardia, ambos republicando noticias de las agencias EFE y Servimedia respectivamente, según los cuales un tipo de ayuno intermitente, que consiste en condensar todas las comidas en ocho horas del día, “dispara un 91%” el riesgo de morir por una enfermedad cardiovascular.

Es ENGAÑOSO. El trabajo en que se basan estas noticias es un estudio observacional basado en encuestas sobre la alimentación de 20.000 personas, que no permite establecer una relación de causa-efecto entre un patrón alimentario y la muerte cardiovascular. Además, por ahora, los autores solo han publicado un resumen del estudio y un póster en un congreso. Los detalles de cómo se ha llevado a cabo la investigación son desconocidos y ninguna de las publicaciones ha sido revisada por pares.

«El ayuno intermitente dispara un 91% el riesgo de muerte por enfermedad cardiovascular»

Para poder establecer una relación de causalidad entre una intervención en la salud (como la adopción de un patrón alimentario) y una consecuencia (como el riesgo de muerte cardiovascular), hay que llevar a cabo un estudio de intervención. Es decir que un grupo poblacional reciba un tratamiento, dieta o fármaco, y otro no. Esto permite comparar como evolucionan ambos grupos y, en consecuencia, valorar los efectos de la intervención sobre la salud de las personas.

Cuanto más controlado sea este estudio, garantizando que el resto de variables (como la edad, la situación socioeconómica o la presencia de enfermedades, por ejemplo) no influyen en los resultados, más sólida será la relación causa-efecto.

El estudio que estamos tratando, en cambio, es observacional y retrospectivo, es decir, que los científicos han analizado las respuestas que 20.000 estadounidenses dieron a una encuesta sobre su patrón alimentario llevada a cabo entre 2003 y 2018, y los han cruzado con datos sobre las muertes en los Estados Unidos entre 2003 y 2019. Las alrededor de 400 personas que concentraban todas sus comidas en ocho horas, haciendo ayuno el resto del día, mostraron una mayor prevalencia de muerte por un accidente cardiovascular que quienes no seguían este patrón alimentario.

“A pesar de que el estudio ha identificado una asociación entre una ventana de alimentación de 8 horas y la muerte cardiovascular, esto no quiere decir que la alimentación con restricción de tiempo causara la muerte cardiovascular”, avisaba en nota de prensa Victor Wenze Zhong, director del departamento de Epidemiología y Bioestadística de la Universidad Shanghai Jiao Tong, en China, y uno de los autores del trabajo.

“El titular [de las noticias] es absolutamente exagerado”, coincide en declaraciones a Verificat Manuel Anguita, portavoz de la Sociedad Española de Cardiología (SEC), “de los resultados de este estudio no se puede sacar que el ayuno intermitente tenga un riesgo para la salud”. El experto ve el póster como un “toque de atención” sobre “la posible asociación” entre un tipo concreto de ayuno intermitente y “una mayor mortalidad cardiovascular a muy largo plazo”, pero indica que “también podría ser casualidad”.

Un trabajo sin revisión que no da ningún detalle

Las dudas vienen motivadas por las numerosas limitaciones que tiene el trabajo. Además del diseño observacional del estudio, la primera y más importante es que es preliminar. No ha sido publicado en ninguna revista ni ha recibido ninguna revisión por pares, un procedimiento donde otras personas expertas en el campo comprueban los análisis, la metodología empleada, los resultados y las conclusiones de un estudio. Así lo explica la misma Asociación Americana del Corazón (AHA), organizadora del congreso donde se ha presentado el póster.

De hecho, la publicación consiste exclusivamente de un resumen (abstract) y un póster, donde no se dan detalles clave sobre los pacientes ni sobre la metodología de estudio. Por ejemplo, no sabemos qué tipo de dieta siguieron los participantes, más allá de la restricción horaria en el tiempo de ingesta. “Sin esta información, no se puede determinar si la densidad de nutrientes puede ser una explicación alternativa a los hallazgos”, según apunta también en la nota de prensa Christopher D. Gardner, director de estudios de nutrición en la Universidad de Stanford, California.

“También será clave ver la comparación de la demografía y las características básicas entre los grupos”, señala, como “el peso, el estrés, el riesgo cardiometabólico u otros factores asociados con resultados cardiovasculares adversos”. Hay que recordar que el trabajo se ha llevado a cabo sobre personas estadounidenses, con unos patrones alimentarios diferentes de los europeos.

Encuestas puntuales en un grupo reducido

Otro de los factores limitantes del estudio es que los patrones alimentarios se han extrapolado a partir de las respuestas de los participantes a dos encuestas sobre qué y cómo comieron en las 24 horas previas. Cuando ambas respuestas mostraban un patrón dietético similar, los científicos consideraron que esta era su manera habitual de alimentarse. Los trabajos basados en encuestas tienen una menor fiabilidad que los que evalúan intervenciones, tal como explicamos.

Además, a pesar de que incluyeron a más 20.000 personas en el estudio, poco más de 400 seguían el ayuno intermitente que limita la ingesta de alimentos a ocho horas diarias, el único que mostró una asociación con un mayor riesgo cardiovascular. “Podría ser perfectamente una asociación casual, y no causal” dada la disparidad de las muestras, indica Anguita, de la SEC.

Otros patrones de ayuno, que concentran las comidas entre 8 y 12 horas en el día, y que seguían 6.000 de los participantes, no mostraron ningún aumento del riesgo cardiovascular a largo plazo. Es decir, que los resultados del trabajo no hacen referencia al ayuno intermitente en su conjunto, sino a un tipo muy concreto.

Faltan estudios a largo plazo

“Los estudios de intervención que hay en el ayuno intermitente, y los mecanismos que explican el efecto beneficioso a corto y medio plazo son muy lógicos y muy bien conocidos”, explica Anguita, en concordancia con los autores del trabajo. Pero el largo plazo es una incógnita y es, de hecho, lo que ha motivado los autores a llevar a cabo el estudio que nos ocupa.

“Igual que no tenemos que demonizarlo [el ayuno intermitente] por los resultados de este estudio, tampoco hay que sacralizarlo porque haya habido estudios sobre todo a corto plazo”, reflexiona el portavoz de la SEC. Y concluye que, con el estudio en mano, “quien quiera seguir haciendo ayuno intermitente […] que siga haciéndolo tranquilamente”.

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