Por qué es erróneo y peligroso vincular directamente la religión musulmana con la radicalización yihadista

La religión no es el detonante principal de la radicalización yihadista. Uno de los factores que más puede influir en la radicalización es el sentimiento de injusticia o exclusión. Tampoco hay evidencia si realmente existe una transición del salafismo apolítico o político al salafismo yihadista.


¿Qué se ha dicho?

Que la mayoría de musulmanes están condicionados por posiciones radicales.

¿Qué sabemos?

La religión no es el detonante de la radicalización yihadista. Uno de los factores que más puede influir en la radicalización es el sentimiento de injusticia o exclusión. Tampoco hay evidencia si realmente existe una transición del salafismo apolítico o político al salafismo yihadista.

Las declaraciones que ha hecho la nueva alcaldesa de Ripoll por Alianza Catalana, Sílvia Orriols, han puesto en el centro del debate el vínculo entre la religión islámica y la radicalización yihadista. En una entrevista de 8tv afirmaba que "la mayoría de musulmanes están condicionados por posiciones radicales" (minuto 2:39:50) y que "quien ejerce el control de las mezquitas y de las asociaciones islámicas es propenso a querer implementar la charía" (minuto 2:13:20). Pero, hacer esta vinculación es erróneo y puede resultar incluso contraproducente. Te lo explicamos. 

Vincular directamente el origen de una persona con la radicalización "simplifica un fenómeno complejo" y multidimensional, como señala el investigador principal del CIDOB Moussa Bourekba en un estudio, del cual la religión "no es el detonante", según detalla una recopilación sobre la evidencia publicado en la revista Nature. El politólogo especializado en islam político y Oriente Medio Oliver Roy explica en la misma recopilación que la mayoría de extremistas son personas que se convirtieron repentinamente al islam o lo hicieron sin antecedentes islámicos. En el mundo, según una estimación del Pew Research Center, en 2010 había 1.600 millones de musulmanes, y en 2018, el Centro de Estudios Estratégicos e Internacionales (CSIS) estimaba que había entre 100.000 y 230.000 salafistas yihadistas, es decir una proporción muy pequeña del total de creyentes musulmanes, entre el 0,006% y el 0,01%.

"La mayoría de musulmanes están condicionados por posiciones radicales"

Sílvia Orriols, alcaldesa de Ripoll

En este sentido, decir que la mayoría están condicionados por posiciones radicales es hacer una generalización que estigmatiza e incluso puede ser contraproducente, ya que uno de los factores que puede influir en la radicalización yihadista de una persona es precisamente el sentimiento de injusticia o exclusión, según apunta la Red de Sensibilización sobre la Radicalización (RAD por sus siglas en inglés) de la Comisión Europea.

El resentimiento es el denominador común de la radicalización

La mayoría de los radicales yihadistas son ciudadanos de segunda generación de musulmanes, nacidos en Europa, "estigmatizados, rechazados y tratados como ciudadanos de segunda clase", según apunta un documento temático sobre el extremismo violento realizado por la Red de Sensibilización sobre la Radicalización.

De hecho, las organizaciones terroristas yihadistas aprovechan este desarraigo de algunos jóvenes en Europa y lo utilizan como propaganda, ya que proporciona "una explicación lógica y coherente al sentimiento de exclusión sufrido por un individuo", como relata el investigador principal del CIDOB Moussa Bourekba en un estudio.

¿De qué depende, sin embargo, que una persona se sienta integrada o no? Penninx y Martiniello lo define como un "proceso que consiste en ser aceptado como parte de la sociedad" y que incluye tres dimensiones: la político-legal, la socioeconómica y la cultural y religiosa. Mientras que las dos primeras se pueden medir con criterios objetivos -como tener la residencia, un trabajo o ir a la escuela- la tercera "es más difícil de identificar", ya que depende de percepciones subjetivas, señala Bourekba citando un libro publicado en 2016 sobre los procesos de integración y las políticas europeas.

Sobre esta vertiente cultural y religiosa, hay tres rupturas que son síntoma de radicalización que se describen en la investigación Entender los mecanismos de la radicalización violenta, que también menciona Bourekba: ruptura con la sociedad, con la familia y con la comunidad musulmana, que es considerada "infiel" por no compartir la misma ideología radical.

No siempre hay una transición del salafismo al yihadismo

Esta ruptura con la comunidad musulmana es lo que muchas veces se pasa por alto, ya que se asocia erróneamente el salafismo con el yihadismo, cuando este es sólo una de las corrientes del salafismo, y la única violenta, como explica Bourekba a Verificat. El salafismo es una corriente islámica que defiende volver al islam de las primeras generaciones, señala el investigador, pero existen varias corrientes dentro de este mismo movimiento: la apolítica, que sólo quiere adoptar una práctica espiritual, la política, que pretende instaurar esta visión del islam consiguiendo el poder político y la última que es la yihadista, que es partidaria de impulsar esta visión del islam de forma violenta, según detalla un estudio del politólogo norteamericano Quintan Wiktorowicz.

Las estimaciones del Centro de Estudios Estratégicos e Internacionales (CSIS) hablan de entre 100.000 y 230.000 salafistas yihadistas en el mundo. Por lo tanto, estamos ante una proporción muy pequeña de los 1.600 millones de musulmanes que estimaba el Pew Research Center en 2010, entre el 0,006% y el 0,01%.

Sobre lo que no hay evidencia actualmente es si realmente existe una transición del salafismo apolítico o político al salafismo yihadista, ya que con el auge de Estado Islámico se ha dado una "diversificación de las personas combatientes", según explica a Verificat Moussa Bourekba. Esto también lo constata la investigadora Fatima Lahnait en un artículo del CIDOB en el que explica que la mayoría de los radicales yihadistas "no conocen ni comprenden en profundidad el islam".

La tendencia no es de radicalización en mezquitas

Varios medios, como el Ara, Nació Digital y El Periódico, citaron una parte del sumario de los atentados producidos en Barcelona y Cambrils el 17 de agosto de 2017 en la cual la hermana de uno de los terroristas explicaba que el imán de Ripoll hacía sermones radicales y hablaba de la "lucha armada y la jihad, por la que se tenían que matar los infieles". Sin embargo, el proceso de radicalización de los terroristas de Ripoll tuvo lugar fuera de la mezquita, como indica el auto de procesamiento y según la información a la que también han tenido acceso investigadores especializados.

El auto del juzgado explicita que los jóvenes tras los sermones en la mezquita frecuentaban el domicilio del imán y era aquí donde éste "justificaría la violencia en nombre del islam". De la investigación policial también se desprende que el imán tenía dos caras, una más moderada en la mezquita y la radical en privado con los jóvenes, según explicita un estudio publicado en la revista académica Perspectivas on Terrorism y también un documento de trabajo del Real Instituto Elcano. "La casa y la furgoneta fueron algunos de los lugares más frecuentados durante el proceso de radicalización" y se tomaron "medidas preventivas para evitar levantar sospechas", se detalla en el primero.

De hecho, más que entender a los líderes religiosos como una potencial amenaza para la radicalización, estos deben hacerse partícipes de las estrategias de prevención del extremismo violento, según apunta una investigación de Moussa Bourekba y el investigador distinguido de la Universidad de Girona Alberto Martín Álvarez, ya que las mezquitas son importantes agentes de socialización de la población musulmana. La evidencia que recogen de dos casos concretos, Reus y Salt, muestra que son los mismos imamos y juntas directivas de las mezquitas con orientación salafista las interesadas en "desvincularse de cualquier individuo que apoye la militancia violenta".