¿Quién está detrás del documento viral que señala que “no existe la emergencia climática”?

Está circulando por redes sociales un documento publicado a finales de junio y firmado por 1.107 científicos y expertos miembros de la Fundación de Inteligencia Climática (Clintel), que denuncian que “no hay una emergencia climática”. Para argumentarlo, señalan que “el calentamiento es mucho más lento que lo previsto” o que el CO₂ es “alimento para las plantas”, entre otras aseveraciones falsas o engañosas ampliamente desmontadas por multitud de expertos en clima en reiteradas ocasiones. 


¿Qué se ha dicho?

Que “no hay una emergencia climática”. Para argumentarlo, miembros de la Fundación de Inteligencia Climática señalan que “el calentamiento es mucho más lento que lo previsto” y que el CO₂ es “alimento para las plantas”, entre otras aseveraciones falsas o engañosas.

¿Qué sabemos?

Los científicos que aparecen en el documento no están especializados en el estudio del clima o la meteorología. Además, un millar de expertos no es representativo entre toda la comunidad científica. Gran parte de sus afirmaciones ya han sido desmontadas por multitud de expertos en clima en reiteradas ocasiones.

Está circulando por redes sociales un documento publicado a finales de junio y firmado por 1.107 científicos y expertos miembros de la Fundación de Inteligencia Climática (Clintel), con sede en los Países Bajos, que denuncian que “no hay una emergencia climática”. Para argumentarlo, señalan que “el calentamiento es mucho más lento que lo previsto”, que las políticas climáticas dependen de “modelos inadecuados”, que el CO₂ es “alimento para las plantas”, y que el cambio climático “no ha incrementado los desastres naturales” (en la página 3), entre otras aseveraciones falsas o engañosas ampliamente desmontadas por multitud de expertos en clima en reiteradas ocasiones. 

Por ejemplo, sobre si los modelos en los que se basan las previsiones climáticas son fiables, tras revisar la literatura científica disponible, concluímos que habían sido muy precisos a la hora de predecir el calentamiento global. Aquí demostramos que ciertos fenómenos extremos como las olas de calor se han intensificado en medio siglo. 

Además, los científicos que aparecen en el documento no tienen en su mayoría formación en el estudio del clima o la meteorología, sino que abundan, según el documento de Clintel, los ingenieros, biólogos, químicos o físicos —entre los signatarios aparece desde un pescador comercial a un cardiólogo, pasando por un ingeniero de aires acondicionados, y numerosos geólogos jubilados—. También hay un Nobel de Física, Ivar Giaever, quien fue galardonado en los años 70 por sus aportaciones en el conocimiento sobre la superconductividad de materiales, algo que no está relacionado con los estudios sobre el clima. 

Además, un millar de expertos no es representativo entre toda la comunidad científica, que se cuenta por miles en todo el mundo —solo en España, hay más de 145.000 investigadores, según datos del Instituto Nacional de Estadística (INE)— y, además, los estudios que recoge en sus informes periódicamente el Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático (IPCC), la entidad científica líder en la evaluación del cambio climático, señalan que el cambio climático es real, y está causado por un exceso de gases de efecto invernadero emitidos a la atmósfera producto de la actividad humana. 

Finalmente, Clintel, que se define como una “fundación independiente que opera en las áreas de cambio climático y política climática”, tiene lazos demostrados con Foro para la Democracia (FVD), partido nacionalista holandés —novena fuerza en la Cámara de Representantes con 5 de los 150 diputados— ya que su líder, quien en diversas ocasiones ha negado el cambio climático o lo ha relativizado, ha citado en sus intervenciones los documentos de esta entidad como fuente válida sobre el tema, según recoge una investigación realizada por medios holandeses. 

Sus cofundadores y embajadores también están vinculados a grupos como el Heartland Institute, que a su vez niega que exista evidencia sobre el cambio climático.

Un grupo de presión que niega la emergencia climática

La historia de Clintel comienza en el año 2019, cuando es fundada por Guus Berkhout y Marcel Crok. El primero es un profesor retirado de geofísica. El segundo dice ser “periodista científico” y se define como optimista climático en Twitter. 

Desde su creación hasta ahora, la fundación ha publicado decenas de informes, cartas y comunicados negando la existencia de la emergencia climática, con documentos que han sido publicados tanto en su página web como, en ocasiones, enviados al Parlamento Europeo, a las Naciones Unidas (UN) y a la Comisión Europea, para ser tenidos en cuenta.

Una investigación realizada por Follow the Money y Platform Authentic Journalism, dos sitios holandeses de periodismo de investigación, junto a la plataforma de periodismo de datos Pointer (KRO–NCRV), ha revelado que Clintel y su cofundador Berkhout tienen relación con influyentes grupos de expertos, como el Instituto Heartland, un think tank o grupo de expertos (según ellos mismos) que siembra dudas sobre el cambio climático. 

La investigación de los medios holandeses también señala que Clintel ha crecido de tal manera que incluso sus documentos han sido citados por Thierry Baudet, líder el partido político Foro para la Democracia (FVD) y, en los últimos años, considerado el representante máximo de la extrema derecha neerlandesa. Así, la organización ya ha conseguido hasta tener presencia en el debate climático en la Cámara de Representantes holandesa. Este partido es la novena fuerza en la Cámara de Representantes, con 5 de los 150 diputados.

Además, su presencia política ha llegado hasta el Parlamento Europeo. En 2019, miembros de Clintel fueron invitados por el grupo de los Reformistas y Conservadores Europeos, del que actualmente forma parte VOX. 

Los 1.100 “expertos”

La inmensa mayoría de los autodenominados expertos firmantes son profesionales de diversas ramas dentro de la ingeniería, la geología o el mundo de los negocios y muchos de ellos, además, están retirados. Es decir, que el documento está firmado por personas que, a juzgar por su supuesta formación, no cuentan con los estudios necesarios o actualizados para valorar correctamente los análisis sobre el clima. 

Es cierto que algunos de los firmantes sí que cuentan con trayectoria y relevancia, como Ivar Giaever, ganador del Nobel de Física junto a otro científico en 1973, quien además también se identifica como embajador de Clintel. Se le concedió el galardón por su descubrimiento del túnel de electrones en los superconductores, es decir, algo que no tiene que ver con el calentamiento global. Además, sus afirmaciones contra el cambio climático han sido desmontadas por agencias de verificación miembros de la International Fact-Checking Network, como EFE Verifica, Snopes y Verificado.

Además, el mundo tiene millones de científicos: 1.100 es una proporción irrelevante y no es una muestra representativa de la opinión de la comunidad científica. Además, la forma en la que defienden esta idea es a través de un documento con firmas, pero lo habitual en el ámbito científico y académico es, a la hora de defender ciertas ideas, publicar análisis basados en en estudios científicos llevados con una metodología muy concreta y estandarizada, que son además publicados en revistas científicas y que, antes de ser publicados, pasan una serie de filtros o revisiones. Un documento sin revisar, que no cuenta con referencias a estudios que respalden tales argumentos, y que ni siquiera ha sido publicado en una revista científica, carece de toda credibilidad en el ámbito académico. 

Sí que existen estudios con una muestra más representativa sobre el consenso respecto al cambio climático y su origen antropogénico: un artículo publicado en 2021 señalaba, tras analizar más de 90.000 estudios sobre cambio climático, que el 99% de los expertos climatólogos estaban de acuerdo respecto a que la quema de combustibles fósiles como el carbón, el gas y el petróleoes la causante del calentamiento del planeta y de dar lugar a un clima cada vez más extremo. 

Los argumentos, a examen 

El documento que está siendo compartido es uno más de los muchos que la organización ha compartido y publicado en los últimos años. En todos ellos se repite que “no hay emergencia climática” y, para justificar su afirmación, se valen de argumentos que la comunidad científica que estudia el clima ha desmentido ya de forma reiterada y con pruebas. 

El calentamiento está siendo más lento de lo previsto

Es FALSO. Las previsiones facilitadas por los modelos climáticos señalan que la temperatura ha aumentado conforme también lo ha hecho la cantidad de gases de efecto invernadero.

Y al contrario que lo que dice el documento de Clintel, una de las revisiones más recientes del IPCC, que datan de febrero de 2022, señalan que “el cambio climático está afectando al planeta mucho más rápido de lo previsto”. 

Las políticas climáticas se basan en modelos inadecuados

Para Clintel y sus 1.107 firmantes, los modelos “exageran los efectos de los gases de efecto invernadero”.

Es FALSO. En este artículo analizamos cómo los modelos climáticos han sido muy precisos calculando los efectos del aumento de gases con efecto invernadero en la atmósfera desde los años 70. 

“En los años 70, 80, 90, si tú ponías un modelo climático a funcionar diciéndole que iba a aumentar el CO₂, el modelo te respondía con un aumento de la temperatura, que es más o menos lo que ha pasado”, indica a Verificat Juan Jesús González Alemán, físico y meteorólogo de la Agencia Estatal de Meteorología (Aemet), y experto en modelización climática, quien reconoce que, aunque “es verdad que hay variabilidad de año a año”, con lo que hay que quedarse es “con las tendencias a largo plazo”.

Y la tendencia es que esos modelos son cada vez más precisos, al igual que ha ocurrido con los meteorológicos: “Cada vez hay mejores modelos, mejores ordenadores para simular esos modelos, y han ido mejorando”, añade el físico.

El CO₂ es alimento para las plantas, es la base de toda la vida en la Tierra

Aquí Clintel cae en el argumento ENGAÑOSO de señalar las virtudes del CO₂ como elemento químico presente de forma natural en nuestro planeta. En este artículo ya señalamos que, aunque el exceso de CO₂ no afecte a la salud de las personas —al menos, no de forma inmediata— y, efectivamente, sea necesario para que las plantas puedan llevar a cabo la fotosíntesis, eso no significa que no tenga consecuencias directas en el ecosistema, incluso en muy pequeñas cantidades. 

Tal y como señala el ambientólogo Andreu Escrivá en su libro ¿Y ahora yo qué hago? (Capitán Swing, 2020) “pasar de 280 [en 1958, cuando comenzaron los registros] a 410 partes por millón [la medida que se utiliza para estimar la concentración de este gas en la atmósfera, que significa cuántas unidades de tal sustancia hay por cada millón de unidades del conjunto], la concentración que se alcanzó [en la atmosfera] en 2019, puede parecer un incremento desdeñable”. Esto sería como “repartir una cucharada sopera de agua entre 920 copas de vino”, compara el experto. A su juicio, nadie notaría la diferencia si probáramos el vino, pero con el clima, esta pequeña variación es sentida por “todos y cada uno de nosotros”. 

El calentamiento global no ha incrementado los desastres naturales

Esta es otra afirmación FALSA recurrente del negacionismo climático. El documento de Clintel no enlaza a estudios que vayan en esta dirección. Sin embargo, las revisiones sistemáticas llevadas a cabo por el IPCC sí que muestran reiteradamente que están produciéndose un aumento de los fenómenos meteorológicos extremos. En la página 1.517 hay una lista de estudios referenciados sobre los que basan para apuntalar sus argumentos. 

En este artículo ya analizamos el fenómeno de las noches tropicales. En este otro, las olas de calor. Tanto uno como otro se ha intensificado en las últimas décadas. Otros eventos, como los incendios, también se están viendo intensificados por las sequías y las temperaturas extremas, fenómenos que a su vez están vinculados con el cambio climático.