El cambio climático influye en los incendios forestales, aunque no es el único factor responsable

La mayor parte de los incendios son causados por el ser humano, ya sea directa o indirectamente, pero el cambio climático es un agravante. De hecho, las condiciones de riesgo de que haya incendios forestales han empeorado en Europa en los últimos años, y está previsto que sigan en aumento en el futuro.


¿Qué se ha dicho?

Que el 98% de los incendios son provocados por la mano del hombre, desvinculando el cambio climático de la situación actual.

¿Qué sabemos?

La mayor parte de los incendios son causados por el ser humano, ya sea directa o indirectamente, pero los factores que contribuyen a la propagación de un incendio son múltiples, y el cambio climático es un agravante.

Los incendios que asolan la Península Ibérica y varios países del sudoeste de Europa han sido los protagonistas de un episodio de podcast con más de 1200 escuchas. En él, uno de los narradores ha asegurado que "el 98% de los incendios son provocados por la mano del hombre", lo que descarta, a su juicio, que el cambio climático tenga algo que ver con la situación actual. Se trata de una reflexión compartida la última semana en otros cuatro podcasts. Es ENGAÑOSA.

Es cierto que la mayor parte de los incendios son causados por el ser humano, ya sea directa o indirectamente, pero esto no niega que el cambio climático tenga nada que ver. Los factores que contribuyen a la propagación de un incendio son múltiples, y el cambio climático es un agravante.

“Allí tiene los informes de los bomberos forestales y de la UME: el 98% de los incendios forestales son provocados por la mano del hombre […] ¿El cambio climático? ¿Pero qué cambio climático?”

El programa que estamos verificando asegura que el 98% de los incendios forestales están causados por el hombre, citando como referencia unos supuestos informes de los bomberos forestales y la Unidad Militar de Emergencia (UME). Consultado por Verificat al respecto, el gabinete de prensa de la UME ha negado la publicación de ningún documento similar, "debido a que la investigación de los orígenes de los incendios no es competencia de la Unidad Militar de Emergencias".

Es cierto, sin embargo, que la mayor parte de los incendios con causa conocida tienen detrás la mano humana, ya sea intencionadamente o como consecuencia de una negligencia, y que esta tendencia es un fenómeno global. En Estados Unidos, la actividad humana se encuentra detrás del 84% de los fuegos, una cifra que en España se dispara por encima del 90% (al 93% según datos de 2015 del Ministerio de Interior, y hasta el 95 y 96 % según las entidades ecologistas WWF y Greenpeace, respectivamente), llegando al 99% en México.

En Cataluña, según datos facilitados a Verificat por el Departamento de Acción Climática, Alimentación y Agenda Rural de la Generalitat, los incendios con causa natural también representaron menos del 10% entre 2012 y 2021.

El cambio climático sí afecta a los incendios forestales

De todas formas, que las causas naturales (fundamentalmente relámpagos) representen históricamente una parte mínima de los incendios forestales, no es un argumento suficiente para negar que el cambio climático juega un papel a la hora de aumentar la probabilidad de que estos eventos tengan consecuencias graves. De hecho, las condiciones de riesgo de que haya incendios forestales han empeorado en Europa en los últimos años, y está previsto que sigan en aumento en el futuro.

El programa Copernicus de la Comisión Europea permite ver predicciones hasta el año 2100 de la evolución del riesgo de incendios en el continente en función del escenario de mitigación de las emisiones de gases de efecto invernadero. En todos ellos, desde aquellos que tienen en cuenta una mayor reducción de las emisiones, hasta los que no contemplan ninguna rebaja, el riesgo aumenta con el tiempo.

"Incendios siempre los ha habido", reflexiona Enric Aguilar, climatólogo y director del departamento de Geografía de la Universidad Rovira i Virgili (Tarragona), pero "el cambio climático es un factor más" que actúa de multiplicador. La situación hace que fenómenos extremos como las olas de calor que estamos viviendo en los últimos meses sean más frecuentes, y esto actúa como agravante de otros factores —como las sequías— que facilitan la propagación del fuego. Es “tan sencillo como explicar que si tiras una cerilla a hojarasca seca, se puede tomar más fácilmente que en hojarasca húmeda”, concluye el experto.

“Para que se produzca un incendio necesitamos tres ingredientes: algo que lo empiece, vegetación que lo alimente y condiciones meteorológicas […] para que queme”, explica Cristina Santín Nuño, investigadora en el Instituto Mixto de Investigación en Biodiversidad (Universidad de Oviedo -CSIC) en declaraciones a Science Media Centre España. "Las olas de calor facilitan este tercer ingrediente", concluye.

El cambio climático como agravante

El aumento de la vegetación que puede alimentar los incendios de los que habla Santín es clave en el incremento del riesgo de los fuegos. Se explica, en buena parte, por la despoblación del medio rural, el abandono de superficies de cultivo y pasto y la ausencia de políticas de gestión forestal en gran parte de los bosques peninsulares.

Un 80% de la superficie forestal estatal no cuenta con políticas de gestión, según datos del Ministerio por la Transición Ecológica y el Reto Demográfico (Miteco), que coinciden con las conclusiones de un estudio de la Universidad de Santiago de Compostela. Es decir, en estos espacios no está regulado el uso sostenible del terreno. La estadística se acentúa en las superficies forestales privadas, que representan casi tres cuartas partes del total estatal, en las que sólo el 11,7% está ordenado. “Hemos tocado techo en cuanto a extinción y predicción de incendios. Ahora toca preparar el paisaje”, sentencia Anna Sanitjas, directora general de Ecosistemas Forestales y Gestión del Medio.

En parte, el riesgo de incendios es superior porque "antes, terrenos y bosques eran gestionados por las poblaciones, pero ahora ya no", según apunta la antropóloga ambiental Maria Cifre. Entre 2011 y 2020, el 80% de los pueblos españoles con más de la mitad de su superficie forestal han perdido habitantes.

El abandono del medio rural unido a los programas de reforestación ha hecho que la superficie forestal total se haya incrementado a nivel estatal. Y con ello, la pérdida de superficies de cultivo, rebaños y otros estratos que podrían actuar de barrera contra el fuego: "el abandono rural y la consecuente pérdida de la actividad agropastoral tradicional ha favorecido la transición hacia paisajes más inflamables", reflexiona Adrián Regos, investigador del Centro Tecnológico y Forestal de Cataluña (CTFC), en declaraciones al Science Media Centre España.

Esta visión coincide con las conclusiones de un artículo de la revista Science, que encontró que las regiones en las que la agricultura y la ganadería han aumentado, es donde se ha registrado un mayor decrecimiento de los incendios.

Y sin embargo, el número de incendios decrece

Paradójicamente, aunque las condiciones para los incendios empeoran, el número de eventos en el estado muestran una tendencia decreciente desde los años 90, especialmente en la última década. El ya citado estudio de la revista Science encontró que la superficie quemada a nivel global se redujo en un 25% entre 1999 y 2017.

Esta aparente contradicción -más riesgo de incendio, pero menos incendios- se explica, principalmente, por una mejora "en los esfuerzos en la prevención y la gestión de incendios después de los grandes fuegos de los años 80" en toda la zona del mediterráneo , según explica un estudio de 2016 que analiza el descenso de incendios en la región. Jordi Castellví, subinspector de la unidad técnica del Grupo de Apoyo de Actuaciones Forestales (GRAF), atribuye también la reducción de incendios en Cataluña a un cambio de enfoque, “pasando de la táctica [atacando cada fuego por separado] al estrategia [viendo la amenaza en su conjunto].