El CO2 antropogénico es la causa del calentamiento global, aunque su cantidad en la atmósfera sea pequeña

Aunque la cantidad de este gas en la atmósfera sea pequeña, ha promovido el aumento de temperaturas globales


Pixabay

¿Qué se ha dicho?

Que la mayoría de CO2 presente en la atmósfera es de origen natural y que, por lo tanto, no es cierto que el CO2 restante, un 3%, sea el causante del calentamiento global.

¿Qué sabemos?

Actualmente un 0,04% de la atmósfera es de CO2 , y esto supone un incremento del nivel de este gas de alrededor de un 50% respecto a los niveles preindustriales. Además, aunque parezcan unos valores pequeños, este gas tiene la capacidad de absorber el calor, y es la causa principal del calentamiento global.

Un pódcast con más de 800 reproducciones en iVoox ha señalado que el el CO2 natural ocupa el 97% de todo el CO₂ que hay en la atmósfera, y que “nos quieren hacer creer” que es el 3% restante el que hace que “se caliente el planeta”. Estos datos son ENGAÑOSOS. Alrededor del 4% de del CO2 que hay en la atmósfera es de origen artificial, y que el resto es natural —este gas lo producimos, por ejemplo, los seres humanos al exhalar— pero está demostrado que las cantidades emitidas fruto de la actividad humana son las causantes del calentamiento global y posterior cambio climático. 

"El CO₂ es uno de los gases de efecto invernadero. Está [junto a otros gases] en la atmósfera sobre un uno y pico por ciento […] El CO2 natural de ese uno y pico por ciento ocupa el 97% de uno. Y el no natural, es decir, el que supuestamente produce el ser humano por la quema de combustibles fósiles, nos quieren hacer creer que […] es responsable de que se caliente el planeta”

Los estudios sobre composición atmosférica señalan que, efectivamente, el 99% de los gases presentes en la atmósfera son el nitrógeno (N₂) y el oxígeno (O₂), ocupando respectivamente alrededor del 78% y 21% de la atmósfera terrestre. “Los gases de efecto invernadero (GEI) no son ni el 1%”, señala a Verificat Enric Aguilar, climatólogo y director del departamento de Geografía de la Universitat Rovira i Virgili (URV) de Tarragona. Por eso, sigue, “los expertos lo medimos en partes por millón en volumen (ppmv) o incluso partes por billón en volumen (ppbv) para otros menos presentes, como el metano.

Y es que, según datos del IPCC, el mundo emite anualmente alrededor de 38 mil millones de toneladas de CO₂ cada año, lo que supone alrededor de un 4% del total, que gira en torno a 800 gigatoneladas de CO₂. Por su parte, las fuentes naturales (bosques y océanos, principalmente) fueron las emisoras de alrededor del 96% restante. 

Sin embargo, las fuentes naturales también absorben CO2: “El ciclo natural del carbono se mueve en unas cantidades globales mucho mayores que las emisiones antrópicas, pero es un ciclo que esta en equilibrio, se emite tanto como se absorbe por los sumideros”, indica a Verificat Javier Sigró, geógrafo e investigador del Centro de Cambio Climático (C3) de la Universidad Rovira i Virgili (Tarragona). “El problema de las emisiones antrópicas es que se suman a las emisiones naturales, y los sumideros no son capaces de absorber todo el CO2 , de manera que una pequeña parte del total de flujos de carbono a la atmosfera no es absorbido por los sumideros y termina acumulándose año tras año [en la atmósfera], incrementando la pequeña fracción del CO2 en la atmósfera, desequilibrando el balance de radiación y provocando que la Tierra vaya calentandose poco a poco”. 

Estos sumideros absorben más dióxido de carbono del que emiten, de modo que las fuentes naturales no contribuyen al incremento neto de dióxido de carbono en la atmósfera sino que, más bien al contrario, ayudan a mitigar las emisiones antropogénicas. “Es esa inmisión la que nos ha llevado a > 410 ppmv, fuera del rango de la variablidad natural”, concluye Aguilar.

Por tanto, no es correcto decir que el 97% del CO2 es natural y el restante es antropogénico. Lo que está demostrado es que un 0,04% de la atmósfera es de CO2, lo que supone un incremento de alrededor de un 50% respecto a los niveles preindustriales (1750), y que la razón de este aumento se debe a la actividad humana, dando como resultado el calentamiento global. De cómo conocemos esta vinculación entre CO2 y cambio climático ya hablamos aquí.

La razón de que el orador hable de estas cifras está probablemente en un editorial publicado en el New York Times a finales de 1997 pagado por la petrolera ExxonMobil en el que aparece el dato de que el 97% del CO2 emitido tiene un origen natural. 

 La diversidad de los GEI

Los principales GEI que existen, que son además los que monitorea anualmente el Ministerio para la Transición Ecológica y el Reto Demográfico (Miteco), son el dióxido de carbono (CO2), metano (CH4), óxido nitroso (N₂O), y los gases fluorados —hidrofluorocarburos (HFC), perfluorocarburos (PFC) y hexafluoruro de azufre (SF6)—, aunque hay más, como el vapor de agua o el ozono.

“Las cantidades de CO2 giran en torno a las 417 ppm, una cifra que [se] ha alcanzado en apenas 200 años”, recuerda Aguilar. Por comparar, en los últimos 800.000 años, las concentraciones de este gas en la atmósfera nunca habían alcanzado las 300 partes por millón

El alterado ciclo de carbono

Como hemos explicado en otra ocasión, la presencia de CO₂ no es mala per se. Gracias a este y otros GEI las temperaturas de la Tierra son ideales para el desarrollo de la vida; además, los seres humanos lo exhalan al respirar y las plantas lo necesitan para hacer la fotosíntesis.

El ciclo del CO2 ha funcionado durante miles de años dentro de un equilibrio natural y, hasta que comenzó la revolución industrial, las emisiones de carbono se compensaban con la absorción de éste por parte de las plantas y otros sumideros de carbono: “El efecto invernadero natural hace que la tierra tenga una temperatura de alrededor de 288 K [15 ºC] en lugar de la que necesitaría para devolver al espacio toda la radiación solar (255 K [-18 ºC])”, indica Aguilar. “La diferencia la causa el efecto invernadero, y aumentar los GEI aumenta ese efecto”, añade. 

Además, aunque dé la impresión de que las cantidades de CO2 son relativamente pequeñas si se comparan con las de otros gases en la atmósfera, como el oxígeno, la capacidad de absorción de calor de este gas promueve a su vez la acumulación del vapor de agua, otro potente GEI de origen natural que se forma a medida que la atmósfera se calienta por la presencia de CO2 .

Cada GEI atrapa una cantidad de calor diferente

No todos los GEI atrapan la misma cantidad de calor ni se disuelven con la misma rapidez. Por eso, existe lo que se conoce como el índice de potencial de calentamiento global (GWP, en inglés), que varía en función de cuánto calor absorbe cada gas y también de cuánto tiempo aguanta en la atmósfera. El GWP toma como referencia el gas base, que es el CO2, y le asigna el valor de 1. 

Hay otros GEI que están en proporciones más pequeñas en la atmósfera y sin embargo, tienen un poder calorífico mayor, como el metano, cuyo GWP es de 25. Eso significa que el impacto del metano es 25 veces mayor que el del CO2 en un periodo de 100 años. O en otras palabras, la emisión de 1 millón de toneladas de metano es equivalente a emitir 25 millones de toneladas de CO2 (equivalente). Por eso, aunque esté presente en un 0,00018% en la atmósfera, puede causar un impacto notable en las temperaturas globales. 

La emisión de unos y otros GEI, aunque sea en diferentes proporciones y cantidades, contribuyen al aumento de las temperaturas del planeta.