Alexandra Henrion, la genetista viral que insiste erróneamente que las vacunas ARNm pueden modificar el genoma

La genetista viral Alexandra Henrion insiste erróneamente que las vacunas ARNm pueden hacerlo


Nos habéis preguntado a través de nuestro servicio de WhatsApp por una entrevista que la genetista francesa Alexandra Henrion ofreció el 21 de septiembre al diario digital El Independiente. Henrion, exdirectora de investigación del Instituto Nacional de Salud de Francia (Inserm), que aseguró en varias ocasiones a lo largo de la pandemia que las vacunas de ARN mensajero contra la covid-19, como las de Pfizer y Moderna, pueden “integrarse en el genoma” o que son una “terapia génica” —cuestiones que hemos desmentido en repetidas ocasiones (1, 2, 3) —, ha perfilado ahora su discurso, aseverando que las inoculaciones modifican “el patrimonio genético”.

También es FALSO. El patrimonio genético es la combinación de todos los genes presentes en una especie que se reproduce (la humana, en este caso). Las vacunas de ARN mensajero no son capaces de llegar al núcleo de la célula ni, por lo tanto, de alterar el material genético de las personas. En consecuencia, tampoco cambian el patrimonio genético de la humanidad. Analizamos esta y otras falsedades e imprecisiones presentes en la entrevista.

"Yo prefiero hablar siempre de la modificación del patrimonio genético. Porque [la modificación genética] es una cuestión que afecta todo el mundo que recibe el ARN"

El 2 de octubre, la bioquímica Katalin Karikó y el inmunólogo Drew Weissman, ambos de la Universidad de Pensilvania (EE. UU.), ganaban el premio Nobel de Medicina por su papel en el desarrollo de las vacunas de ARN mensajero. Esta tecnología busca otorgar inmunidad a las personas inoculando un fragmento de ARNm que codifique una proteína del virus que se busca combatir. En cierto modo, se trata de introducir un librito de instrucciones dentro de las células para que estas aprendan a producir las piezas del patógeno que nos interesan para que el cuerpo las reconozca y esté preparado para cuando la infección real tenga lugar.

El problema de esta tecnología es que la molécula de ARN mensajero es muy inestable. Para solucionarlo, los científicos premiados tuvieron la idea de cambiar uno de los cuatro ingredientes básicos de estas moléculas, el uracilo, por un sustituto artificial, el pseudouracilo. El cambio dotaba a la molécula de mayor estabilidad y posibilitó que las vacunas de Pfizer y Moderna, las primeras de la historia con esta tecnología, acontecieran una realidad, tal como explicamos aquí. En el caso del SARS-CoV-2, el ARNm codificaba la proteína Spike para prevenir la enfermedad de la covid-19.

La entrega de premios coincidió en el tiempo con la circulación a través de X-Twitter de una entrevista hecha el 21 de septiembre por el medio digital El Independiente a Alexandra Henrion, exdirectora de investigación del Instituto Nacional de Salud de Francia, que aseguraba que estas mismas vacunas suponen una “modificación del patrimonio genético”, puesto que la modificación del genoma “es una cuestión que afecta todo el mundo que recibe el ARN”. El discurso de Henrion no es nuevo: a lo largo de la pandemia ha reiterado que las vacunas de Pfizer y Moderna alteran el ADN de los pacientes que la reciben. Henrion ha sido desmentida de manera reiterada por verificadores miembros de la International Fact-Checking Network (IFCN), como AFPEllinika Hoaxes o Newtral.

Tal y como hemos explicado en repetidas ocasiones (1, 2, 3 y 4), el ARN mensajero que las vacunas introducen en nuestro cuerpo nunca llega al núcleo de la célula, donde se almacena la información genética. En consecuencia, no pueden alterar el genoma de las personas que se vacunan, según explican instituciones como el Instituto Nacional de Investigación del Genoma Humano de los Estados Unidos, la Alianza por la Vacunación (Gavi), el Gobierno de España o la Asociación Española de Genética Humana, entre otros.

Como no modifican el genoma de la persona inoculada, los viales tampoco pueden alterar “el patrimonio genético” de las personas, que se define como la combinación de todos los genes presentes en una población o especie que se reproduce, como asevera Henrion.

Con todo, “patrimonio genético es un término que no se usa en este contexto”, explica en un correo a Verificat Gemma Marfany, catedrática de Genética de la Universitat de Barcelona.

La experta hipotetitza que Henrion usa el término "poniendo en el mismo saco a todos los ácidos nucleicos que tenemos, ADN y ARN", cosa que para ella es "incongruente". Si así fuera, "cualquier ARN, también el del coronavirus o el virus de la gripe cuando nos infecta, nos cambiaría el ‘patrimonio genético’ a todos. Por lo tanto, según su terminología, si la vacuna de ARNm nos modificara el genoma, la infección por SARS-CoV-2, también."