La Corte Suprema de Estados Unidos no ha anulado la vacunación universal

Las redes se han llenado de una información falsa sobre la presunta anulación por parte de la Corte Suprema de la vacunación universal en Estados Unidos


Desde abril circulan en castellano, inglés, francés e italiano informaciones como esta, que afirman que la Corte Suprema de Estados Unidos ha anulado recientemente la vacunación universal en el país a raíz de una demanda interpuesta por el abogado Robert F. Kennedy Jr., sobrino del expresidente John F. Kennedy, en contra de un grupo de científicos entre los que habría Bill Gates y el especialista en enfermedades infecciosas y asesor de la Casa Blanca Anthony Fauci. Es FALSO. En la web de la máxima institución judicial estadounidense, que recoge todas las sentencias que dicta, no aparece ninguna resolución sobre la anulación de la vacunación universal. La noticia también asegura que las vacunas ARNm contra la covid-19 deben evitarse porque modifican el ADN de las personas. También es FALSO.

“Una gran victoria para la libertad, la Corte Suprema anula la vacunación universal”

La vacunación universal es el principio según el cual se inmuniza a la población general contra una enfermedad de manera preventiva. En Estados Unidos, la gestión de la vacunación recae en los gobiernos estatales que, desde 1905, tienen leyes propias para imponer la inmunización obligatoria contra distintas enfermedades infecciosas a menores de edad como requisito para su escolarización, así como a sanitarios y personas que solicitan la residencia permanente. Las legislaciones estatales prevén, sin embargo, exenciones médicas, religiosas y filosóficas para no ser vacunado. El poder constitucional de los estados para determinar la vacunación obligatoria quedó establecido en 1905, cuando la Corte Suprema se pronunció en el caso Jacobson vs. la Corte Suprema de Massachusetts.

La vacuna contra la covid-19, sin embargo, no es obligatoria en Estados Unidos, tal y como afirmó el presidente Joe Biden, pero sí se recomienda. Son los estados quienes tienen la última palabra para hacerla obligatoria, según explicaba Joanne Rosen, experta en Derecho de la Salud en una entrevista con la Bloomberg School of Public Health de la Universidad Johns Hopkins.

Robert F. Kennedy Jr. es conocido por sus declaraciones contra las vacunas sin apoyo científico. Verificadores de la International Fact-checking Network como AFP, igual que Verificat, ya han desmentido sus declaraciones en repetidas ocasiones.

En 2018, un litigio en el Tribunal del Distrito Sur de Nueva York entre el grupo antivacunas Informed Consent Action Network (ICAN), con la ayuda de Kennedy, y el Departamento de Salud de Estados Unidos (HHS) ha sido utilizado para decir que el gobierno estadounidense no tienen pruebas sobre la seguridad de las vacunas. Es falso. La petición de transparencia de ICAN demostró que el HHS no había respetado su obligación de informar sobre las seguridad de algunas vacunas, pero eso no significa que no fueran respetados los protocolos de seguridad, según explica Snopes.

“Las vacunas llamadas ARNm de última generación interfieren directamente con el material genético de un paciente”

Las vacunas vacunas ARN mensajero (ARNm) usan una tecnología que enseña a las células a aprender a fabricar las proteínas de un virus para combatir la infección. En el caso del SARS-CoV-2, que provoca la enfermedad de la covid-19, el ARNm contiene información sobre la proteína Spike -o proteína S- que se encuentra en la corona del virus. Tal y como explicó a Verificat el bioquímico Julià Blanco, “no es posible que haya modificaciones de nuestro código genético por parte del ARNm”. Según el científico, “nuestro ADN está guardado dentro de un núcleo como una caja fuerte y es imposible que el ARNm nos modifique el código genético”. En un artículo publicado en The Conversation, José María Jiménez Guardeño, investigador del Departamento de Enfermedades Infecciosas de King’s College de Londres, y Ana María Ortega-Prieto, investigadora postdoctoral asociada del mismo centro, desmintieron completamente que el ARN pueda alterar nuestro ADN y, por tanto, dañar el genoma. Los autores afirman que “la molécula de ARN es muy frágil -tanto que estas vacunas deben conservarse en temperaturas bajísimas- y el tiempo que permanecen en las células es muy corto (horas) (…) Por tanto, este ARN no se quedará dentro de la célula un tiempo suficiente como para poder hacer algo más que producir la proteína del virus y desaparecer”.