Investigar por ti mismo, una herramienta útil solo si la sabes usar

Un estudio de ‘Nature’ ha encontrado que hacer búsquedas de Google sin tener las herramientas adecuadas nos hace más propensos a creer en la desinformación

Una persona fa una cerca a Google amb el seu ordinador.

“¡Investiga por ti mismo!” se ha convertido, seguramente, en uno de los mantras más populares entre las personas que niegan la ciencia y defienden ideas conspiranoicas. Bajo la premisa de qué medios de comunicación, estamentos públicos y centros de investigación están influidos por las élites poderosas y malvadas, investigar por nuestra cuenta nos lleva a la “verdad sin censura”, según estas personas. Hoy, un estudio publicado en la revista Nature pincha este globo y aporta pruebas sobre por qué este no es el mejor modus operandi en internet.

Según los resultados del trabajo, hacer búsquedas en Google sin disponer de herramientas de alfabetización mediática e informacional (AMI) que nos permitan identificar fuentes de información de calidad nos hace más propensos a creer en la desinformación. Los científicos pidieron a más de 3.000 norteamericanos cómo de cierta era una selección de noticias (entre ellas había algunas falsas), y sugirieron a la mitad de los participantes que hicieran búsquedas en Google para llegar a una conclusión.

El grupo que recibió la indicación resultó ser un 20% más propenso a creer las piezas de desinformación que aquel que no la recibió. Esto fue cierto tanto para contenido de actualidad (que todavía no tenía ninguna verificación publicada), como para contenidos antiguos (para los cuales sí que había fact-checks disponibles). Y si a los participantes del grupo de control (que no recibía ninguna sugerencia), después se les pedía que hicieran una búsqueda y volvieran a valorar la certeza de cada pieza, la probabilidad que creyeran una desinformación crecía en la misma medida.

¿El motivo? Quienes buscan en internet tienen más números de leer y fiarse de fuentes de baja calidad que les dan la razón, hipotetizan los autores, independientemente de si la información que encuentran es cierta o no. “Encontramos evidencia que sugiere que la exposición a información de baja calidad en los resultados de las búsquedas se asocia a una mayor probabilidad de creer en desinformación, pero la exposición a información de alta calidad, no”, concluyen.

“Al buscar desinformación, los individuos tienen el riesgo de caer en el ‘vacío de datos’”, desarrolla en un correo a Verificat Kevin Aslett, investigador en ciencias sociales computacionales en la Universidad de Florida Central y primer autor del estudio. Con este concepto, el experto se refiere a “espacios informacionales donde hay poca información de fuentes de alta calidad, pero hay muchas pruebas de fuentes de baja calidad” que apoyan ideas falsas o engañosas. Si no somos capaces de diferenciar las fuentes confiables de las que no lo son, corremos el riesgo de “ser persuadidos por la desinformación”, concluye.

La AMI como herramienta clave

La idea de fondo, que la ciudadanía no dispone per se de herramientas adecuadas para hacer búsquedas en línea, coincide con el problema social que Mike Caulfield, investigador de la Universidad de Washington (UW) y creador del método SIFT —en el que se basa el curso de Desfake—, identificó y lleva intentando resolver toda su vida académica.

“Una intervención de habilidades no consiste simplemente en decir ‘intenta buscar’, del mismo modo que una intervención matemática tampoco dice solamente ‘usa una calculadora’”, expone el experto en un correo a Verificat. “Hay un ‘cómo’, después del ‘qué’”, continúa, que es lo que tiene que permitir que las búsquedas de Google acontezcan útiles para evaluar la credibilidad de una información.

La idea que sugiere Caulfield se alinea con la conclusión a la cual llegan los investigadores participantes en el estudio. Los cursos de alfabetización mediática e informacional que se centran en detallar como hacer búsquedas útiles en los buscadores son fundamentales para que la ciudadanía pueda navegar de manera segura por un internet cada vez más polarizado.

Confiabilidad, no certeza

Más allá de coincidir en la importancia de la AMI, Caulfield critica que el trabajo se centre solo en evaluar si una noticia es cierta o falsa porque, argumenta, saberlo nunca es el objetivo del usuario. Tanto el método SIFT como el curso de Desfake ponen el foco en cómo es de confiable una información, y centran los esfuerzos en evaluar las fuentes y buscar mejores si es necesario.

“En cualquier tema, la mayor parte de las personas busca información en línea para discernir qué ideas se consideran razonables, y adoptarlas”, explica el investigador de la UW. “La pregunta nunca es ‘¿cómo de preciso es este artículo?’, sino ‘¿este artículo o prueba merece mi atención?’, y ‘¿es este artículo o prueba una razón para ajustar la naturaleza o la intensidad de mis creencias o acciones?’”, continúa. La pregunta sobre la certeza o falsedad de un contenido olvida la percepción individual que tiene cada cual cuando lee.

“Me encantaría ver más estudios como este, que tengan en cuenta que, en realidad, verificamos las cosas empleando una métrica de relevancia que es individual y, a veces, oculta”, concluye Caulfield. “La habilidad que la mayoría de las personas tiene que dominar no es responder si los artículos son verdaderos o falsos, sino si la nueva información que encontramos fortalece el atractivo de una creencia, lo erosiona, la deja intacta o, la mayor parte del tiempo, no merece nuestra atención en absoluto”.