Qué es y para qué sirve el secuestro de carbono

El secuestro de carbono es una tecnología que busca mitigar las emisiones que no se pueden evitar: captura y almacena bajo tierra el dióxido de carbono de la atmósfera.


¿Qué se ha dicho?

Que el secuestro de carbono pondrá, por sí mismo, solución al calentamiento global.

¿Qué sabemos?

La emergencia climática no tiene una única solución, aunque el IPCC considera prioritaria la reducción de las emisiones de gases de efecto invernadero.

Un programa que acumula 970 escuchas de un podcast que emite desinformación de forma recurrente ha sugerido que el secuestro de carbono pondrá, por sí mismo, solución al calentamiento global. La tecnología, que todavía se encuentra en estado de desarrollo, es una de las herramientas clave que el Panel Intergubernamental sobre el Cambio Climático (IPCC, por sus siglas en inglés) de las Naciones Unidas, la entidad científica líder en la evaluación del cambio climático contempla para hacer frente al aumento global de las temperaturas. Sin embargo, la emergencia climática no tiene una única solución, aunque el IPCC considera prioritaria la reducción de las emisiones de gases de efecto invernadero.

El CO2 es el gas de efecto invernadero que más contribuye al calentamiento global. También es el que se emite en mayor cantidad (el 77,7% de las emisiones españolas de 2020 fueron de este gas), por lo que el secuestro de carbono es una tecnología que busca mitigar las emisiones que no se puedan evitar: captura y almacena bajo tierra el dióxido de carbono de la atmósfera. Te lo explicamos.

Mayor reducción por los escenarios más optimistas

En el Acuerdo de París de 2015, Naciones Unidas se fijó como objetivo limitar el calentamiento global a los 2 °C antes de 2100 e implementar todos los esfuerzos posibles para limitar el aumento de temperaturas a 1,5 °C. Con el fin de conseguir el objetivo más ambicioso, los modelos piden que el planeta sea neutro en carbono para el año 2050. Es decir, que el ser humano no aporte a la atmósfera más gases de efecto invernadero de los que pueda eliminar.

“No existe una solución única al problema del exceso de CO2 en la atmósfera”, explica a Verificat Mercè Cisneros, doctora en Paleoclimatología y miembro del Centro en Cambio Climático (C3) de la Universidad Rovira i Virgili (URV), dado que por la reducción del CO2 y los gases de efecto invernadero en la atmósfera “no pasa sólo por capturar el carbono, sino que es necesario dejar de producir emisiones”, concluye.

La reflexión de la experta coincide con las directrices marcadas por el último informe en el que el IPCC evalúa las estrategias para limitar el calentamiento global por debajo de los 1,5 °C. El documento, escrito por cientos de científicos destacados de la ciencia climática, cita como principal estrategia de mitigación la transición de los combustibles fósiles a fuentes de energía con baja o nula dependencia del carbono, como las renovables. Para conseguir el objetivo termométrico, concluyen, el uso global de carbón debe reducirse de media en un 95%, el de petróleo en un 60% y el de gas en un 45% respecto a los usos de 2019.

Estos mismos escenarios piden que del resto de combustibles fósiles se utilicen en su mayoría de la mano de plantas de captura y almacenamiento de carbono (CCS), una tecnología que, mediante reacciones químicas, absorbe el CO2 antes de que éste llegue a la atmósfera. Es decir, que las emisiones de dióxido de carbono provenientes de los combustibles fósiles se capturan y almacenan bajo tierra antes de que salgan de las plantas que las generan, evitando así su acumulación en la atmósfera terrestre. A finales de 2020 operaban en el mundo 26 plantas de CCS, según el Centro para Soluciones Climáticas y Energéticas (C2ES).

Desarrollo imprescindible

Sin embargo, la mayor parte de estos escenarios no llegan a alcanzar una reducción suficiente del CO2 para que la temperatura no suba más de 1,5 °C”, indica Mercè Cisneros. Las emisiones que no puedan evitarse, deben ser compensadas por “emisiones negativas”, por ejemplo con la absorción del dióxido de carbono directamente de la atmósfera. Esto puede lograrse con el secuestro biológico o con la tecnología de la captura de carbono directa del aire (DAC).

La DAC elimina el dióxido de carbono de la atmósfera, independientemente de cuándo se haya emitido. En cierto modo actúa como un pequeño bosque —la vegetación absorbe CO2 de forma natural—, y puede implementarse en todas partes. En noviembre de 2021 existían en el mundo 21 plantas de DAC operativas, según un informe de la Agencia Internacional de la Energía (IEA).

Un proceso natural

La captura del principal gas de efecto invernadero emitido por el ser humano se produce de forma natural en el océano, los bosques y las praderas, entre otros espacios naturales. Por ello, la deforestación o la agricultura intensiva son prácticas que contribuyen al aumento del CO2 en la atmósfera. Tanto es así que la evidencia científica acumulada por el IPCC concluye que en torno al 23% de los gases de efecto invernadero emitidos por los seres humanos derivan de los usos que hacemos del suelo.

Es por ello que diversas investigaciones estudian el llamado secuestro de carbono biológico, planteando proyectos para, en base a la gestión y restauración de bosques, de praderas de posidonia en el mar y de pantanos, entre otros espacios con buena capacidad de absorción del CO2, y de una mejora en las prácticas agrícolas, contribuyó a una mayor absorción del dióxido de carbono en la atmósfera.

La contaminación no es sólo el dióxido de carbono

En el podcast que estamos verificando, uno de los presentadores asegura que "la solución a este tema de la contaminación […] es más tecnología", sugiriendo que el secuestro de carbono puede ser suficiente. Se trata de una afirmación engañosa, dado que “no toda la contaminación que existe en el planeta tiene que ver con el carbono”, según razona la experta consultada por Verificat, quien apunta que por ejemplo “tenemos los óxidos de azufre (SO2 ) o de nitrógeno (NO, NO2) que […] no tienen carbono y tienen consecuencias en el medio [ambiente] y en la salud de las personas”.

Por su parte, el dióxido de carbono no sólo tiene efectos sobre la temperatura global. Se calcula que los océanos han absorbido casi la mitad (un 48%) de las emisiones de CO2 generadas por los combustibles fósiles y la fabricación del cemento entre 1800 y 1994. Como ya explicamos, esta absorción no es gratuita, sino que aumenta la acidificación de las masas de agua y altera los ecosistemas. Por mucho carbono que se absorba ahora de la atmósfera, concluye Cisneros, por ejemplo los océanos ya han captado muchas toneladas, generando una cascada de efectos que no sabemos en cuánto tiempo se podrán resolver con esta tecnología.

Otras medidas

La solución al calentamiento global y el control de la crisis climática no pasa sólo por un mayor desarrollo de la tecnología. Los cambios de hábitos individuales y colectivos son estrategias paralelas que también contempla el IPCC para conseguir la neutralidad de carbono en el año 2050, con lo que coincide la experta consultada por Verificat: es necesario “avanzar urgentemente hacia una economía (y una forma de vida) de baja intensidad energética y descarbonizada”.

El desarrollo tecnológico es clave para dejar atrás los combustibles fósiles, limitar las emisiones de gases de efecto invernadero y eliminar de la atmósfera aquellas emisiones que no puedan evitarse. Sin embargo, la implementación de estas tecnologías no es la solución única a la crisis climática. También es necesario implementar cambios en los modelos sociodemográficos, económicos y hábitos de vida.