Pintar las casas de blanco no reduce la temperatura, aunque pueda enfriar el ambiente de forma local

Analizamos las afirmaciones de Pablo Campra: la temperatura en Almería sí que ha subido desde el inicio de los registros


¿Qué se ha dicho?

Que pintar o cubrir de blanco superficies evita el aumento de las temperaturas, por lo que los registros no han aumentado en Almería desde que hay datos.

¿Qué sabemos?

Las superficies blancas se calientan menos que las oscuras. Colorear de blanco todas las superficies de una ciudad puede llegar a reducir las temperaturas de las grandes ciudades hasta 2 grados, pero los efectos sólo funcionarán a nivel local y no revertirán el aumento global de las temperaturas.

Un podcast ha difundido una entrevista con Pablo Campra, experto en Tecnología de los Alimentos en la Universidad de Almería a quien ya hemos desmentido en otras ocasiones, en la que asegura que "en Almería no ha subido la temperatura desde que hay datos" , y que esto es resultado de la presencia de invernaderos blancos que reflejan la luz y el calor, impidiendo “la subida de temperaturas”. Es ENGAÑOSO. Si bien es cierto que existe evidencia científica de que las superficies blancas pueden contribuir a un enfriamiento local de las temperaturas, este efecto no tiene efectos palpables sobre el cambio climático global. Además, la temperatura en Almería sí que ha incrementado desde el inicio de los registros de datos (1 de enero de 1951).

En Almería no ha subido la temperatura desde que hay datos y yo lo demosté […] donde hacíamos blanquecito, entonces demostrábamos que esto impedía la subida de temperaturas

La idea de “blanquear” la superficie terrestre para aumentar su capacidad reflectiva (o albedo) como estrategia para combatir el cambio climático se remonta a 1997. La propuesta, que incentivaba a conseguir que suelo y edificios reflejaran más luz y, por tanto, calor, apareció en un capítulo del libro Una respuesta de la ingeniería al cambio climático global, escrito por dos científicos que formaban parte de la petrolera estadounidense Exxon (junto a otros dos que no tenían nada que ver). La idea formaba parte de un conjunto de 12 propuestas que incluía blanquear la superficie de los océanos o instalar un escudo solar alrededor de la tierra, entre otros.

“Fue una teoría introducida de forma interesada en torno a 1997 (aprobación del Protocolo de Kioto) por la compañía Exxon y fue rápidamente descartada por la comunidad científica”, explica a Verificat Enric Aguilar, climatólogo y director del departamento de Geografía de la Universidad Rovira i Virgili (Tarragona). En 2015, The National Academies Press publicaba el informe Climate Intervention: Reflecting Sunlight to Cool Earth (Intervención climática: Reflejar la luz solar para enfriar la Tierra), en el que analizaba la evidencia científica disponible sobre diferentes técnicas para reflejar la luz solar y reducir así la temperatura de la Tierra, y concluía, sobre las técnicas para aumentar el albedo de la superficie (la capacidad del suelo para reflejar luz y, por tanto, calor), que “hay entre poca y ninguna investigación que demuestre la efectividad práctica de estas técnicas y poca nueva investigación en estas áreas”.

El caso de Almería

Es falso que, tal y como afirma Campra, la temperatura en Almería no haya subido desde que existen datos. Un estudio publicado por él mismo en 2008 (y al que hace referencia en el podcast) refleja un aumento de las temperaturas en la estación meteorológica de la ciudad. Los datos de la estación, disponibles en la web del portal de Evaluación y Conjunto de Datos del Clima Europeo (ECA&D, por sus siglas en inglés), también muestran, visualmente, una tendencia en aumento de la temperatura desde que existen registros (1 de enero de 1951).

Más allá de la impresión visual, para llevar a cabo análisis climáticos es necesario homogeneizar las series de temperaturas, según explican los expertos consultados por Verificat. Se trata de un proceso que elimina variables que nada tienen que ver con la evolución climática tales como modificaciones o reubicaciones de las estaciones meteorológicas, cambios en el entorno o la recalibración de los instrumentos. Pasando los datos de la estación del aeropuerto almeriense entre 1981 y 2018 por este proceso, “encontramos que la temperatura máxima se ha calentado 0,30ºC/década, mientras que las temperaturas mínimas lo han hecho 0,47ºC/ década”, explica Enric Aguilar en Verificat.

El artículo de Campra, publicado en 2008 en la revista Journal of Geophysical Research, compara datos homogeneizados de forma diferente, con métodos de diferentes eficiencias. Sin embargo, encontró que dos estaciones meteorológicas ubicadas en zonas con invernaderos mostraban tendencias de temperatura negativas en los últimos años. La temperatura se reducía en dos localizaciones, mientras que en el resto de estaciones el registro de los termómetros no dejaba de aumentar. De ahí, el autor desprendió que el desarrollo de superficies con un albedo elevado podía sumarse a “las estrategias de mitigación y adaptación al calentamiento global” pero, especificaba, siempre de forma local. No llega a conclusión alguna con un efecto global.

El blanqueamiento "tendría un efecto local […], y no regional o global", explica Aguilar, y "no podemos combatir con medidas locales un efecto global" como es el cambio climático. Su conclusión es la misma a la que llegó la investigación que cita a Pablo Campra en la entrevista del podcast: que el potencial efecto de las superficies con un albedo elevado se limita a una “escala local”, mientras que al alejarnos de estas áreas el efecto era pequeño o nulo. Artículos más recientes, como éste del 2018 publicado en Nature Geoscience llegan a la misma conclusión.

“Una superficie blanca se calienta menos al sol que una oscura, y por tanto blanquear las casas es una medida de adaptación”, desarrolla José Antonio Guijarro, gestor de datos meteorológicos retirado de la Agencia Española de Meteorología (Aemet). De hecho, concluye, esto "ya lo saben desde hace muchos años en los pueblos de Andalucía, de Ibiza, etc.", en referencia a las tradicionales edificaciones blancas de estas zonas.

El cambio climático es una cuestión global

El informe Climate Intervention: Reflecting Sunlight to Cool Earth establece que "las dos principales opciones para responder a los riesgos del cambio climático implican mitigación y adaptación". Es decir, el documento propone afrontar la situación climática desde dos vertientes: reducir (o incluso eliminar) la emisión de gases de efecto invernadero por parte de los seres humanos; y adaptarnos a los escenarios dibujados por el cambio climático. Las estrategias de modificación del albedo las considera como “una familia de aproximaciones más especulativa” que busca compensar el calentamiento climático generado por los gases, y recuerda: “Las técnicas de modificación del albedo enmascaran los efectos del efecto invernadero; no reducen las concentraciones de gases de efecto invernadero”.

Es decir, aunque, como explicábamos, las estrategias de “blanquear” las superficies de ciudades y campos puedan funcionar a nivel local, no son una herramienta de mitigación del cambio climático “muchísimo más potente que el CO2”, como asegura Campra . El consenso científico, tal como ilustran Naciones Unidas, apunta a las emisiones de gases de efecto invernadero como principal causa —que no la única— detrás del calentamiento global. Los estudios científicos que  resume el IPCC demuestran con claridad que el impacto sobre el clima de los gases de efecto invernadero es muy superior al del cambio de usos del suelo, concluye Aguilar.

Los estudios científicos que se resumen en el IPCC demuestran con claridad que el impacto sobre el clima de los gases de efecto invernadero es muy superior al del cambio de usos del suelo, concluye Aguilar.

Isla de calor en las ciudades

El fenómeno al que se refiere Pablo Campra se relaciona en las ciudades con lo que se llama efecto "isla de calor", es decir, que por los materiales y colores de sus construcciones, la temperatura en el centro es más elevada que en la periférica. Para compensar este efecto, una de las soluciones es refrescar el ambiente con vegetación o mediante procesos de "blanqueamiento" de zonas oscuras. Estas técnicas pueden llegar a reducir las temperaturas hasta 2º, pero los efectos sólo funcionarán a modo local y no revertirán el aumento global de las temperaturas.

En Barcelona, el fenómeno de la isla de calor ha llegado a incrementar de forma puntual hasta 7ºC la temperatura del centro de la ciudad en comparación con la de la periferia, según el estudio realizado por Javier Martín-Vide, catedrático de Geografía Física de la Universidad de Barcelona. Este tan notorio fenómeno ha dado lugar incluso a una narrativa anticlimática, según la cual el cambio climático no es más que una ilusión creada por estaciones meteorológicas que se han visto progresivamente rodeadas de urbanización. Más bien al contrario, indica Enric Aguilar, el fenómeno se “sobrepone al calentamiento global y lo agrava en situaciones como las oleadas de calor”.

Sin embargo, en realidad, el efecto de la urbanización sobre las temperaturas que registran las estaciones meteorológicas ya se tiene en cuenta a la hora de observar y ajustar las tendencias. Varios estudios (aquí y aquí) han descartado la posibilidad de que las islas de calor afecten a la tendencia en aumento de la temperatura en las ciudades: la de los entornos urbanos es poco distinta a la de los entornos rurales.