Las vacunas de la covid-19 no causan “efectos autodestructivos” en el cuerpo

Las vacunas pueden producir reacciones autoinmunes en el organismo, pero se trata de eventos adversos muy raros


¿Qué se ha dicho?

Dos científicos han publicado un documento en el que afirman que, tras haber analizado supuestamente las autopsias de 15 pacientes que habían recibido una inyección contra la covid-19, han encontrado pruebas de que las vacunas de ARNm y adenovirus causan daños autoinmunes destructivos en los tejidos.

¿Qué sabemos?

Las vacunas pueden producir reacciones vinculadas al sistema inmunitario, como las miocarditis, los trombos o los casos del síndrome de Guillain-Barré, pero se trata de eventos adversos muy raros. El documento en que se basa el mensaje no es un artículo científico revisado por pares y sus conclusiones no pueden darse por válidas.

Nos habéis hecho llegar un artículo que se hace eco de un documento que alerta de “efectos autodestructivos” generados tras la inoculación de las vacunas contra la covid-19. Se trata de una afirmación ENGAÑOSA. Aunque algunas vacunas pueden producir reacciones severas vinculadas al sistema inmunitario, como las miocarditis, los trombos o los casos del síndrome de Guillain-Barré, se trata de efectos adversos muy raros. Por cómo está formulada la frase, pareciera que todas las vacunas causan efectos autodestructivos, pero la evidencia científica ha demostrado tras la administración de más de 9.000 millones de dosis en todo el mundo que son seguras. 

Autopsias a individuos vacunados revelarían efectos autodestructivos provocados por la tecnología de ARNm

En más de 38 millones de dosis de las distintas vacunas contra la covid-19 administradas en España, se han registrado unas 50.000 notificaciones de reacciones adversas, la mayoría de ellas leves y en ningún caso se pueden considerar consecuencia probada de la inyección. Reacciones como la trombocitopenia inmune y otros trastornos de coagulación, la miocarditis o el síndrome de Guillain-Barré, los cuales tienen su origen en una reacción descontrolada y exagerada del sistema inmunitario frente al antígeno que acaba atacando por diversas vías al cuerpo humano son reales pero de frecuencia muy rara. En todos ellos se han registrado 10 casos o menos por cada 100.000 personas vacunadas. 

A estos eventos en los que el propio cuerpo se ataca se los conoce desde el ámbito médico como reacciones autoinmunes, razón por la cual hemos interpretado que es a lo que se refiere el autor del artículo cuando habla de efectos autodestructivos, ya que según la RAE, autodestrucción significa “que causa la propia destrucción”.

“¿Que si las vacunas causan efectos autodestructivos? Depende. Si hablamos en genérico, no, pero si hablamos de casos particulares, sí”, indica a Verificat Jorge Carrillo, vocal de la Sociedad Española de Inmunología (SEI) e investigador del IrsiCaixa. “Las vacunas, como todos los medicamentos, pueden tener efectos secundarios, y eso depende mucho de la genética de la persona, de si ya tiene en curso otros procesos inflamatorios o autoinmunes, etc”.

Por lo tanto, la conclusión del documento que nos habéis hecho llegar es engañosa: sí, las vacunas causan efectos autodestructivos por procesos autoinmunes en muy raras y excepcionales ocasiones, pero no en todas las ocasiones. Esto ocurre además con otros medicamentos

Un documento sin base científica

En el artículo que nos habéis remitido no tiene fundamento científico. Para empezar, el autor titula alertando de los efectos autodestructivos que, según una supuesta serie de autopsias a quince personas vacunadas, se producen tras recibir alguna inyección de tipo ARNm —Pfizer y Moderna— para combatir el SARS–CoV-2. El primer error consiste en que el documento en el que se basan también habla de que las vacunas de vector viral —AstraZeneca y Janssen—, y de ellas dicen que también causan dichos efectos. 

En segundo lugar, la metodología a través de la cual los científicos han llegado a esta conclusión contiene severas limitaciones que hacen dudar de su validez científica: “Lo que hacen es mezclar cierta evidencia científica sin referencias y utilizar un lenguaje pseudocientífico supuestamente avalado por dos expertos para conducir todo su relato hacia un objetivo final, que es decir que las vacunas no son seguras, cuando eso no es verdad”, critica Carrillo.

En tercer lugar, el tamaño de la muestra que el documento toma para llegar a sus conclusiones no es representativo de una población: “15 es una N (tamaño de la muestra) muy pequeña para sacar cualquier tipo de conclusión”, critica Carrillo, sobre el número de autopsias supuestamente analizadas para sacar conclusiones. 

“En muchas de estas personas, cuando indican cuándo se han vacunado y cuándo han fallecido, tampoco se observa que haya conexión: alguno marca 15 días después, otros seis días, otro 68 días… Y ellos dicen que todas estas personas lo que tienen en común es la vacuna. No, no es verdad", insiste el experto. Además, “en ningún caso hablan de qué comorbilidades tienen estas personas, simplemente dicen que todos estaban vacunados. Es esperable que si tú haces un estudio en personas mayores aparezca que todos están vacunados. Este tipo de estudios no te permiten asociar un tipo de vacunación con el efecto que ellos describen aquí, que es la muerte”.

Coincide con él Silvia de San José, investigadora asociada del Instituto de Salud Global (ISGlobal) de Barcelona: “Es un diseño muy extraño y poco estricto en la metodología científica. Lo que se debería hacer es comparar con autopsias de personas que no han recibido las vacunas”. 

A lo que se refiere San José es que, para llevar a cabo un estudio científico y confirmar o desmentir una hipótesis, hay que incluir también un grupo de control, es decir, participantes que en este caso no hayan recibido vacuna alguna contra la covid-19, y desconocer como científico quién es quién: “Para ahorrarte un sesgo en tu apreciación, no tienes que saber quién ha recibido qué hasta el final de los análisis. En este caso, como es evidente que todos han recibido la vacuna, no sé si los resultados están realmente exentos de este posible sesgo”.

Un congreso organizado por un grupo dudoso

El texto, de hecho, no está publicado en una revista científica, sino que es una presentación en un congreso. “En un congreso tienes la oportunidad como asistente de rebatir lo que allí se está exponiendo, pero no es como cuando haces una publicación científica donde dos o tres revisores, a parte de un equipo editorial, revisan todos los datos y te hacen preguntas en detalle para ver si lo que dices es correcto o no”, avisa Carrillo, que concluye: “Las publicaciones de congreso siempre hay que tomarlas con un grado de revisión menor”. 

El congreso en cuestión fue convocado por Doctors For Covid Ethics, una organización compuesta fundamentalmente por médicos de diversos países que reconocen que tiene como objetivo destacar “los peligros de la vacuna” ya sea organizando charlas o mandando cartas abiertas a la Agencia Europea del Medicamento (EMA, en inglés). Estas denuncias han sido respondidas por las autoridades competentes y los argumentos de este grupo, rebatidos por la agencia. Algunos de sus miembros son, además, fundadores de organizaciones que han difundido información engañosa sobre las vacunas, como Natalia Prego y Angel Ruiz-Valdepeñas, de Médicos por la Verdad, una organización nacida al calor de la pandemia de la covid-19 y orientada a emitir desinformación relacionada con las vacunas que ya ha sido desmentida por Verificat y otras agencias de verificación.

Quienes firman el citado documento y que son además protagonistas de la ponencia en la que exponen estos resultados son Sucharit Bhakdi y Arne Burkhardt, que se presentan a sí mismos como microbiólogo y patólogo, respectivamente. Sin embargo, una búsqueda en Google permite encontrar diversos artículos de agencias de verificación internacionales en los que se desmontan algunas de las aseveraciones que han hecho durante la pandemia, como que las vacunas contra la covid-19 no marcan una diferencia significativa en términos de reducir la mortalidad y que contienen elementos metálicos, e incluso parásitos (lo cual es falso, como ya hemos desmentido previamente aquí y aquí).

Bhakdi, de hecho, es uno de los firmantes fundacionales de las cartas remitidas a la EMA por parte de Doctors for Covid Ethics sobre la supuesta peligrosidad de las vacunas.