China no está aumentando su consumo de carbón debido a la construcción de paneles solares

China, el mayor productor de paneles, sí ha reducido su dependencia al carbón, al contrario de lo que afirma un podcast


¿Qué se ha dicho?

Que China ha aumentado su consumo de carbón durante los últimos años para fabricar paneles solares que se importan a Europa.

¿Qué sabemos?

China ha reducido su consumo de carbón total y está invirtiendo en la construcción de paneles solares y aerogeneradores, que generan una huella de carbono mucho menor que los combustibles fósiles.

En un pódcast que a menudo lanza desinformación sobre la industria energética disponible en la plataforma Ivoox , un comentarista asegura que “China ha ido aumentando el uso de carbón de forma sustancial en los últimos años para, entre otras cuestiones, fabricar los paneles solares que luego nosotros vamos a comprar ‘para salvar el planeta’” (esto último, dicho de forma irónica). Es ENGAÑOSO. 

Es cierto que Europa importa la mayoría de paneles solares de China (un 75%, según datos de Eurostat), un país que depende en gran medida del carbón, aunque su dependencia de este combustible fósil ha disminuido en los últimos años. La huella de carbono de los paneles fabricados por el gigante asiático llega a duplicar la de los europeos, aunque, en cualquier caso, esta es siempre menor que la de las fuentes de energía fósil.

China ha ido aumentando el uso de carbón forma sustancial en los últimos años para, entre otras cuestiones, fabricar los paneles solares que luego nosotros vamos a comprar para ‘salvar el planeta'

Un informe de Naciones Unidas señala a China como el país más contaminante del mundo y uno de los principales motivos es su alta dependencia a los combustibles fósiles. De todos, destaca el uso del carbón, pues el gigante chino consume la mitad del que se utiliza a nivel mundial. “Más del 60 % de la electricidad de China se produce con carbón”, señala a Verificat Alicia Valero, coordinadora del grupo de investigación de Ecología Industrial del Centro de Investigación de Recursos y Consumos Energéticos (Instituto CIRCE). 

China es, al mismo tiempo, el mayor fabricante de productos fotovoltaicos del mundo: actualmente el gigante asiático aglutina más del 80% de la capacidad de producción total de paneles solares, según la Agencia internacional de la Energía (IEA por sus siglas en inglés). Por tanto, tal y como indica Valero, “es muy probable que el carbón esté involucrado en lo que respecta a la electricidad utilizada para fabricar paneles solares (y la mayoría de las demás manufacturas en China)”.

Menor huella pese a todo

Esos paneles no solo sirven para abastecer la demanda energética de un país cuya población, lenta pero progresivamente, no para de crecer, sino para ser vendidos en el resto de países del mundo. En Europa, por ejemplo, más del 75 % de paneles solares que se compraron en 2020 provienen de China, a pesar de que entre el 2013 y el 2018, la importación desde allí se redujo tras la imposición de una serie de aranceles para tratar así de incentivar la producción europea. Sin embargo, hace apenas cuatro años levantaron las restricciones para recibir de nuevo los paneles fotovoltaicos del gigante asiático.

Esos paneles son más baratos que los europeos porque, entre otras cosas, utilizan el carbón como energía para su producción, razón por la que también presentan una huella de carbono mayor: según un análisis comparativo publicado en 2014, la huella de carbono de un panel solar chino puede llegar a duplicar a la de uno europeo. Por eso, Europa quiere revertir la situación. Según Torralba, uno de los objetivos de la UE es “volver a fabricar gran parte de los paneles solares que necesitamos los europeos”, y adelanta que “ya hay proyectos de fábricas, entre ellas, una en la Comunidad Valenciana”. 

Con todo, si se analiza la huella de carbono asociada a estas instalaciones a lo largo de toda su vida —desde la extracción de las materias primas hasta su gestión como residuo, esto es, lo que se conoce como análisis de ciclo de vida—, incluso las peores placas fotovoltaicas emiten menos gases de efecto invernadero que las mejores instalaciones de combustibles fósiles, como ya explicamos aquí. No es cierto que la fabricación de placas fotovoltaicas conlleve una contaminación mayor que el uso de combustibles fósiles, como sugiere el orador en el pódcast.

El problema está en que la huella de carbono —la cantidad de gases de efecto invernadero que se emite al fabricar cualquier cosa— de esos paneles también será mayor que la de los europeos. Ahora, la pregunta es: ¿compensa? Los expertos consultados lo tienen claro: “Hay un malentendido inherente en la declaración [del podcast]", reflexiona Valero. “Aunque probablemente sea cierto que China esté usando carbón para generar electricidad que luego se usa para producir un panel solar, el panel solar puede continuar produciendo energía durante 20 años con cero emisiones”. Es decir, que la huella de carbono de los paneles fotovoltaicos solo tiene lugar en la fase de construcción, algo que sucede también con el resto de energías renovables.

“Incluso si el proceso no es limpio (y ese es definitivamente un problema que debe resolverse e investigarse)”, indica a Verificat Ilaria Mazzocco, miembro del Centro para Estudios Estratégicos e Internacionales (CSIS, por sus siglas en inglés). "No hay forma de que sea lo mismo que quemar carbón (o incluso gas) diariamente durante 20 años para producir energía limpia”. 

Menor dependencia al carbón

En cualquier caso, China ha aumentado el uso del carbón durante los últimos años, pero su dependencia a la quema de este combustible fósil se ha reducido. Esta aparente contradicción refleja el hecho de que China consume cada vez más energía. El país quema más carbón para cubrir su demanda energética, pero la proporción en que usa esta fuente de energía es cada vez menor: “Es verdad que [el uso del carbón en China] ha aumentado en términos generales, porque el país ha aumentado mucho su consumo de energía, pero su incremento en los últimos 10 años ha sido relativamente leve”, indica a Verificat Pedro Fresco Torralba, director general de Transición Energética de la Comunidad Valenciana, quien insiste en que también “la electricidad usada en sus fábricas de paneles solares realmente tiene cada vez menor porcentaje de carbón en origen”.

El experto, que ha impartido clases y seminarios en el máster de Energías Renovables de la Universidad Internacional de Valencia (UIV) y ha escrito ampliamente sobre la transición energética, da además algunas cifras: “En 2016, por ejemplo, la generación térmica era el 71% y la no fósil el 29%. Y un par de años antes, era el 75%. Poco a poco, aunque de forma lenta, el porcentaje de carbón en el mix chino es menor. Y eso implica que la electricidad usada para fabricar paneles solares es algo menos emisora”, concluye.

Si bien es cierto que en 2021 dos terceras partes de la energía producida en este país era fósil (de la cual la inmensa mayoría es el carbón), actualmente ya es una tercera parte la que se dedica a las renovables. Y es una cifra que va, poco a poco, en aumento. Por lo tanto, es cierto que China consume cada vez más carbón, pero también está invirtiendo recursos y esfuerzos en desarrollar energías más limpias. 

El problema del polisilicio chino

Uno de los grandes inconvenientes que tiene la energía solar fotovoltaica frente a otro tipo de energías renovables es el empleo de infinidad de materias primas para su construcción, razón por la cual concentran sus impactos ambientales en su fase de fabricación. Se usan materiales para cuya producción es imprescindible tanto la minería como procesos de purificación que emplean materiales peligrosos para la salud humana y medioambiental. Uno de ellos es el polisilicio, que se produce “en muchas centrales eléctricas de carbón, como Xinjiang”, indica Mazzocco.

El polisilicio es un derivado del silicio metálico cuyo refinado implica el empleo de ingentes cantidades de energía. Las fábricas chinas suministran más de las tres cuartas partes del polisilicio del mundo, según recoge el Wall Street Journal, que a su vez si se fabrica con energía barata como la del carbón. Por eso, el precio final del panel será más asequible y competitivo para los países que los quieran comprar. Y ese es uno de los motivos principales por los que España y el resto de Europa compran paneles chinos, si bien es cierto que recientemente su precio ha alcanzado un máximo histórico en China. 

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sta verificación se ha realizado en colaboración con Climate Feedback a través de Climate Science Desk, una iniciativa apoyada por el programa de becas de la International Fact-Checking Network