¿Es verdad que después de los incendios salen nuevos campos de cultivo?

Multitud de factores influirán en la recuperación del suelo, pero las cenizas son una fuente de nutrientes


¿Qué se ha dicho?

Que después de un incendio salen nuevos campos de cultivo.

¿Qué sabemos?

Si bien es cierto que las cenizas tienen una gran cantidad de nutrientes, la recuperación del suelo dependerá de muchos factores. Además, los grandes incendios siempre comportan un daño forestal y medioambiental, con consecuencias sobre la población y los servicios.

Nos habéis preguntado si es cierto que después de un incendio aparecen nuevos campos de cultivo. La respuesta es compleja porque, tal y como señala Gonzalo Almendrós, investigador del departamento de Biogeoquímica y Ecología Microbiana del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC), existen multitud de factores que influirán en la recuperación del suelo, tales como el tipo de bosque, o el lugar donde se produce (no es lo mismo un valle que una pendiente).

Efectivamente, la agricultura de tala y quema es una práctica antigua —estudios recientes señalan que ya existía en Europa hace 9.500 años— que utiliza las cenizas de la vegetación quemada como fertilizante, ya que estas “contienen bastantes nutrientes” como zinc o manganeso, que ayudan a la regeneración del suelo y mejoran las condiciones de los cultivos, tal como indica a Verificat Serafín González, investigador del grupo de ciclo de nutrientes suelo-planta del CSIC y presidente de la Sociedad Gallega de Historia Natural (SGHN). Por tanto, este sistema de agricultura se basa en quemar los bosques y desbrozarlos para después volver a plantar, y por tanto, utilizar los beneficios de las cenizas para las nuevas plantaciones.

Las cenizas de la vegetación quemada tienen nutrientes que suponen “un buen aporte para los cultivos que se siembran y pueden mejorar el pH [grado de acidez o alcalinidad] en suelos ácidos”, afirma González. Sin embargo, estos nutrientes “suelen agotarse rápidamente, lo que hace que la agricultura de tala y crema sea normalmente itinerante” (sistema en el que la superficie cultivada va cambiando de lugar para restablecer la fertilidad del suelo con los nutrientes proporcionados por las cenizas).

Esto significa que, cuando existe un incendio, sí mejora la fertilidad del suelo, al menos momentáneamente, ya que las cenizas de la vegetación quemada son ricas en nutrientes procedentes de la combustión de esta vegetación y también de la materia orgánica del suelo.

A los suelos quemados "se les van las vitaminas"

Sin embargo, la zona puede perder estos nutrientes “por erosión eólica –por el aire– o hídrica –por el agua–, que son más frecuentes en zonas de fuerte pendiente y lluvias torrenciales”, añade. Por tanto, organizaciones como la SGHN indican en su guía de actuaciones en una zona quemada que es muy importante proteger esta capa de cenizas, porque los nutrientes que contiene serán claves en la regeneración de las plantas. Esto significa que, después de los macroincendios que arrasan cientos de hectáreas como los que hemos tenido este verano, por mucho que un terreno haya sido calcinado, será complicado protegerlo si, por ejemplo, se produce un episodio de lluvias intensas.

Además, las cenizas tampoco son el fertilizante perfecto: según González, hay que tener en cuenta que “el contenido de las cenizas en algunos elementos químicos puede ser excesivo”.

Este es el caso de algunos micronutrientes, como el zinc y el manganeso, que, según indica Serafín González, “son imprescindibles para las plantas en cantidades reducidas pero que resultan tóxicos por encima de determinados límites”, que varían según la planta.

Por eso, Almendrós insiste en que “para poder saber el efecto del fuego sobre la fertilidad del suelo, es necesario evaluarlo mediante análisis físicos, químicos y biológicos […] que permiten caracterizar los impactos del fuego en cada escenario determinado ”.

El problema de los macroincendios

A pesar de los beneficios de esta práctica —que se realiza de forma controlada y tras solicitar una serie de permisos a las autoridades pertinentes—, cabe recordar que los incendios, cuando son descontrolados, producen un daño forestal y medioambiental, según indica la Dirección General de Protección Civil y Emergencias, y también tienen consecuencias sobre la población como muertes o heridos, provocan cortes de vías de comunicación y dañan servicios o infraestructuras.

Es algo en lo que también insiste la Sociedad Gallega de Historia Natural (SGHN) en su web, donde señala que los incendios forestales producen daños que afectan a todos los componentes del medio ambiente: atmósfera, vegetación, suelos, fauna y aguas, y destruyen grandes superficies de bosque, afectando negativamente a la riqueza ecológica y económica y a nuestro paisaje.

Por tanto, si la quema de cultivos se hace de forma controlada, puede ser beneficiosa para regenerar la tierra, ya que las cenizas supondrán un aporte extra de nutrientes para el suelo. Pero si hablamos de grandes incendios, los inconvenientes siempre van a superar los beneficios.