Cuidado con la comparación sin contexto entre el uso de combustible de un avión y una explotación ganadera

En este caso, las cifras aportadas no son suficientes para comparar cuál de los dos es más contaminante


¿Qué se ha dicho?

Cicula por redes una imagen con un texto que asegura que el combustible usado por un avión Airbus A380 durante un día es el mismo que el que requiere una explotación ganadera durante 50 años.

¿Qué sabemos?

El avión Airbus A380 tiene un depósito de alrededor de 330.000 litros de fuel. Sin embargo, no es posible comprobar los datos referentes a la explotación ganadera sin conocer sus características concretas ya que esta no solo genera gases por uso de combustible sino también por muchos otros factores. Además, hace un uso excesivo de agua y contamina.

Nos preguntáis por varias publicaciones recientes en Facebook que afirman, en el marco de la Conferencia de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático (COP27), que el combustible usado por un avión Airbus A380 durante un día es el mismo que el que requiere una explotación ganadera durante 50 años, cuestionando las medidas que se están tomando para combatir el cambio climático en la agricultura y ganadería. En algunos casos, estas publicaciones, que han sido compartidas más de 3.500 veces, adjuntan la captura de pantalla de un tuit en catalán que data de 2019 y cuenta con más de 10.000 retuits y 20.000 “me gusta”.

Es cierto que un avión de esas características tiene un depósito de alrededor de “330.000 litros de fuel”, como asegura la publicación. En cambio, no es posible comprobar los datos referentes a la explotación ganadera sin conocer sus características concretas. Las cifras aportadas no son suficientes para comparar cuál de los dos es más contaminante y, en cualquier caso, la comparación no tiene sentido e induce a error, según advierten los expertos consultados.

Las principales emisiones de gases de efecto invernadero derivadas de la agricultura y la ganadería no vienen del uso de combustible, sino de otros factores como la emisión de metano por el propio ganado, la emisión de nitrógeno por la descomposición del estiércol, o los cambios en el uso del suelo y la consecuente pérdida de terrenos boscosos. Asimismo, hay que tener en cuenta que el impacto ambiental de las explotaciones agrarias no está relacionado únicamente con la emisión de estos gases, como sucede en el caso de los aviones, sino también con el uso excesivo del agua y su contaminación.

“Soy ganadero. Y esto es un Airbus A380. Este avión carga 330.000 litros de fuel, el suficiente para mantenerlo un día en el aire. Es lo mismo que necesita mi explotación de 65 ha para funcionar 50 años produciendo 75 millones de Kg de fruta y 1.380.000 cerdos, pero quién contamina son yo”

Los datos no reflejan la imagen completa

La cantidad máxima de combustible que puede cargar un avión de modelo Airbus A380 es de 323.546 litros, según el documento técnico de la propia compañía. En cambio, según indican los especialistas consultados, para conocer el combustible que necesita una explotación es necesario conocer sus características y la fuente de energía que usa (renovable o no renovable).

No solo hay que tener en cuenta lo que necesita la maquinaria, sino que “necesitas bombear agua, calentar al ganado, tener luz…”, enumera Albert Llausàs, investigador del Instituto de Medio Ambiente y profesor del departamento de Geografía de la Universitat de Girona (UdG). “Con los números que hace [el autor del post], a no ser que se base mucho en la energía eléctrica, necesitará más fuel, más combustible del que dice”, concluye en diálogo con Verificat.

En cualquier caso, el experto apunta que sería un error comparar el uso de combustible como única medida de contaminación, dado que la explotación ganadera tiene asociadas otras emisiones indirectas. Por ejemplo, para alimentar a los animales se necesitan grandes cantidades de comida, lo que exige “mucha más energía de producción”, y la existencia de campos agrícolas para producirla, que “están sustituyendo unas cubiertas naturales fijadoras de carbono [que convierten CO2 en materia orgánica por procesos como la fotosíntesis]”, según indica Llausàs. Tal como se explica en este artículo de Verificat, el 90% de la pérdida de terreno boscoso entre los años 2000 y 2018 fue a consecuencia de la expansión de la agricultura —la mayor parte de la cual se dedica a alimentar el ganado— que, a su vez, conllevó la liberación de dióxido de carbono.

El mapa global

La industria de la aviación es la responsable del 2,4% del total de emisiones de dióxido de carbono (CO2), según Climate Watch, una cifra muy afectada por las desigualdades a la hora de volar: en 2018, sólo el 11% de la población mundial se subió a un avión, mientras que el 1% de viajeros más comunes fue responsable de la mitad de las emisiones del sector.

Por otro lado, el sector de la agricultura, la silvicultura (gestión de los bosques) y el uso del suelo (este dato incluye también ganadería), es responsable de casi una quinta parte (18,4%) de las emisiones globales, según datos de 2020 de Climate Watch (una plataforma de datos abiertos que permite comparar las emisiones entre países y sectores). El metano emitido por el ganado al digerir la comida y el nitrógeno derivado de la descomposición del estiércol juegan un papel importante en dicho porcentaje (casi un 6% de las emisiones globales). Sin embargo, la alimentación es esencial para la totalidad de la población mundial, si bien casi el 10% de los seres humanos sufrieron hambre en 2020.

Tal y como resume Joan Romanyà, coordinador de la Sección de Sanidad Ambiental y Edafología de la Universitat de Barcelona (UB), en conversación con Verificat, todavía no existe un avión que funcione con energías renovables, con lo que “si quieres volar, has de contaminar”. Pero “si quieres hacer agricultura, puedes hacerla contaminante o no contaminante”. Aunque esta práctica siempre tendrá cierto impacto en el territorio, dado que “desplaza sistemas naturales” —la mitad de la superficie habitable del planeta está dedicada a la agricultura—, “no podemos evitar comer”.

La contaminación no son solo los gases de efecto invernadero

Los expertos independientes consultados por Verificat coinciden en señalar que la comparación que hace el post no es precisa. “Se comparan cosas que son muy diferentes”, indica Romanyà. Albert Llausàs, investigador del Instituto de Medio Ambiente y profesor del departamento de Geografía de la Universitat de Girona (UdG), amplía la reflexión: “La comparación es errónea a muchos niveles: a nivel cuantitativo, pero también a nivel de cuestión, de qué contaminación, a nivel cualitativo”.

La huella ambiental de las actividades humanas no se limita sólo a la emisión de gases de efecto invernadero. El uso excesivo y la contaminación del agua son los principales impactos medioambientales de las explotaciones agropecuarias, según la Organización de Alimentos y Agricultura (FAO) de las Naciones Unidas.

“La crítica que se suele formular a las explotaciones agrarias no es tanto por las emisiones de carbono […] sino que generalmente […] va vinculada a otros outputs”, explica Llausàs, de la UdG, quien los enumera: la contaminación de las aguas subterráneas (ya sea por purines o por el uso de fertilizantes), la sobreexplotación de los recursos hídricos o “las hormonas y antibióticos que administran a todo este ganado […] que muchas veces […] acaban llegando a los campos, la lluvia, los cursos de agua…”.

“El avión no está contaminando los freáticos [aguas subterráneas], genera otros problemas”, coincide Romanyà.