El iPhone 12 emite más radiación que la recomendada por la normativa europea, pero eso no significa que sea peligroso para la salud

De momento, el único efecto conocido de una mayor radiación es que puede llegar a calentar partes del cuerpo humano


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Está circulando por redes multitud de mensajes que alertan de la supuesta “peligrosidad” de las ondas electromagnéticas de los iPhone 12, señalando que ese es el motivo por el que Francia ha prohibido la comercialización en el país. 

Sin embargo, no hay evidencia de que los niveles de radicación identificados en el iPhone 12 supongan un peligro para la salud ni que impliquen un riesgo de desarrollar cáncer o Alzhéimer, como ya explicamos en otra verificación. Francia ha prohibido la venta de este dispositivo debido a que supera los niveles recomendados por la normativa europea, pero eso simplemente significa que la radiación no ionizante —que hasta el momento el único efecto conocido es que puede llegar a calentar partes del cuerpo humano— es mayor que la aconsejable, no que tenga consecuencias adversas para la salud.

En este caso concreto, lo que ha ocurrido con los iPhone 12 es que la Agencia Nacional de Frecuencias (ANFR), que regula estos asuntos en Francia, ha observado que en las mediciones de las extremidades (manos, muñecas, pies y tobillos), el SAR —la tasa de absorción específica, un indicador para valorar la radiación de un dispositivo— marca 5,74 W/kg, es decir, 1,74W/kg más de lo estipulado como límite en la normativa europea reflejado en la recomendación 1999/519/CE, para las extremidades (manos, muñecas, pies y tobillos).

Sin embargo, es importante tener en cuenta que “un valor SAR más alto no necesariamente implica un riesgo mayor para la salud, ya que estos límites se establecen con márgenes de seguridad considerables”, apunta Alberto Nájera, profesor de la Universidad de Castilla-La Mancha y vocal del Comité Científico Asesor en Radiofrecuencias y Salud (CCARS) del Colegio Oficial de Telecomunicaciones (COT). En el caso de los límites para público en general, “este margen de seguridad es de un factor 50”, aclara Nájera, es decir, 50 veces menor que los niveles de exposición que se han demostrado que causan efectos en la salud, lo cual permite asegurar “que los dispositivos móviles son seguros en términos de exposición a la radiofrecuencia”, concluye el experto. 

La radiación (no) ionizante 

Si pensamos en el término “radiación”, es probable que lo primero que se nos venga a la cabeza sean los rayos UV, los rayos X, algunos elementos radiactivos o las centrales nucleares. Es cierto que todos estos ejemplos emiten una radiación peligrosa para la salud conocida como radiación ionizante, una forma de energía que puede llegar a causar patologías graves, como el cáncer u otras condiciones.

Los teléfonos móviles, las antenas de wifi, el bluetooth y otros aparatos electrónicos también emiten radiación, pero esta es completamente distinta a la anterior. En realidad, la radiofrecuencia (RF) —la radiación emitida por estos dispositivos— es un tipo de radiación electromagnética clasificada dentro del espectro de la radiación no ionizante, es decir, ondas electromagnéticas que no tienen suficiente energía para arrancar electrones de los materiales y, por tanto, ionizar átomos.

"Es una radiación poco energética y muy poco intensa de la que no hay evidencias de que, en los niveles habituales, tenga efectos negativos sobre la salud", asegura Nájera.

El único efecto confirmado de los campos electromagnéticos empleados en aparatos wifi o móviles de nuestro entorno es el calentamiento de los tejidos, que no es consecuencia de la emisión de ningún tipo de iones, sino de la interacción de estos campos con la materia. 

A muy altos niveles de exposición, podrían llegar a calentar partes del cuerpo humano. Ahora bien, este efecto es despreciable a la potencia a la que funcionan el wifi, el microondas o el teléfono, según explica la Organización Mundial de la Salud (OMS) en su página web. Es decir, que los campos electromagnéticos que generan los aparatos que tenemos en casa no tienen efectos demostrados sobre la salud, como también se ha explicado en este artículo.

La normativa se aplica según el país 

La tasa de absorción específica (Specific Absorption Rate, o SAR, en inglés), que es la que ha indicado la radiación que emiten los iPhone 12, representa la cantidad de energía de radiofrecuencia (RF) de los dispositivos usados en telecomunicaciones (wifi, Bluetooth, móviles, antenas, etc.) “que es absorbida por el cuerpo humano” cuando se utilizan dichos aparatos, indica Nájera. 

Dicho indicador, ahora bien, “depende de muchos factores”, tal y como señala a Verificat Martin Röösli, experto en epidemiología ambiental y líder de grupo en el Instituto Suizo de Salud Pública y Tropical (SwissTPH), como “[la cantidad de agua que presenta] el tejido corporal, o la frecuencia de radiación”. 

El SAR se calcula bajo condiciones controladas en laboratorio, y los dispositivos deben cumplir con ciertos límites para ser considerados seguros para el uso humano. Eso no significa que por ley todos los países de los Estados miembros de la UE deban acatar la norma, tal y como indica el departamento de prensa de la Comisión Europea a Verificat, sino que es cada país el que decide si aplicar la norma o no. En España, la Organización de Consumidores y Usuarios (OCU) también ha pedido a través de un comunicado que “se adopte la misma medida” que en Francia. 

Sin embargo, y tal y como indican los expertos consultados por Verificat, no hay evidencias de que una mayor radiación genere problemas de cáncer o de Alzhéimer.