Cómo ha evolucionado el negacionismo: del Holocausto al cambio climático

El negacionismo es la negación sistemática de hechos o teorías demostradas con consenso científico unánime con argumentos de apariencia legítima. En un principio, la palabra negacionismo se usaba para describir las teorías que niegan el Holocausto, pero con el tiempo también se ha aplicado para designar los discursos que niegan el cambio climático y, más recientemente, la covid-19.

Internet y las redes sociales son un gran escaparate para las teorías negacionistas, pero estas no son una novedad. En 1993 Deborah E. Lipstadt publicó Denying the Holocaust (‘Negando el Holocausto), un libro donde discutía figuras importantes del movimiento negacionista, entre ellas, David Irving. Irving denunció a Lipstadt y a la editorial que la publicaba (Penguin Books) por difamación. En 2000, el juez dictó un veredicto a favor de Lipstadt. Este juicio es un hito destacable en la lucha contra el negacionismo, pero no fue el fin de sus teorías. 

En el caso de los negacionistas del Holocausto —y de otros momentos históricos—, es común que se use el eufemismo “revisionismo histórico” para crear una ilusión de respetabilidad científica. En su proyecto de negar el genocidio, los negacionistas afirman que los datos están manipulados y las pruebas falsificadas y que los judíos solo fueron deportados de la Alemania nazi. Estrategias como estas pude ser que nos recuerden a las que usan otras teorías con las que nos cruzamos en las redes. 

El negacionismo es la negación sistemática de hechos o teorías demostradas con consenso científico unánime con argumentos de apariencia legítima. En un principio, la palabra negacionismo se usaba para describir las teorías que niegan el Holocausto, pero con el tiempo también se ha aplicado para designar los discursos que niegan el cambio climático y, más recientemente, la covid-19. 

Crear confusión y caos

Entre la rabia y la indignación que el negacionismo puede provocar, también hay un punto de desorientación. La confusión aparece cuando vemos a alguien negar las verdades que sabemos ciertas y, por muy ridículos y estúpidos que nos parezcan sus argumentos, ya se ha filtrado en la mente del lector una duda corrosiva. Puede que no creamos que la tierra es plana, pero el negacionismo abre la puerta a la posibilidad de negar el consenso científico, a escoger unos hechos y hacer una interpretación alternativa sin ningún tipo de fundamento. 

No podemos decir que el negacionismo sea solamente una cuestión de ignorancia o de un vacío en la educación formal. La ignorancia y el desconocimiento no son exclusivos de los negacionistas. En este sentido, tenemos que hacer una distinción entre los consumidores pasivos de estas teorías y los que participan activamente en su producción y propagación. En el caso de los segundos, negar alguna cosa implica, aunque sea una pequeña parte, conocerla. Si los argumentos negacionistas pueden llegar a parecer argumentos de verdad, es porque quien los formula sabe como proyectar una apariencia legítima. Una de las estrategias del negacionismo es precisamente escoger datos ciertos, pero descontextualizados para ilustrar y justificar un argumento. 

Igual que otras formas de desinformación, el negacionismo usa las emociones como una cortina de humo para tapar afirmaciones vacías de contenido real. En la Cápsula 7. Desinformación y cambio climático hablamos de las diferentes estrategias que usa el negacionismo. 

La presencia del negacionismo como una voz más en los debates científicos, históricos o sociopolíticos ya legitima su discurso como una alternativa válida. Elaborar una lista de razones por las cuales el Holocausto sucedió de verdad es aceptar que existe la posibilidad de abrir un debate. Además, alguien que crea en el negacionismo, desestimará las pruebas directamente. Los fundamento del negacionismo es la creencia de que vivimos en un mundo donde todo el mundo —administraciones públicas, empresas, instituciones…— miente para tapar una gran verdad liberadora. No construye teorías sobre la misma base sobre la que trabajan la ciencia y la historiografía y, por tanto, tampoco considera válidas las mismas fuentes de autoridad. 

La escuela y la construcción de conocimiento

El centro educativo es una institución de referencia para los alumnos y su principal fuente de autoridad fuera de la familia. Recibir educación en las normas y las metodologías del debate científico real y legítimo puede ayudar al alumnado a reconocer los argumentos negacionistas. Después de reconocer la invalidez del discurso, no hace falta entrar a debatir ni intentar contraargumentar.

No hay una única solución milagrosa para destruir el negacionismo, pero podemos empezar por establecer un diálogo entre el alumnado y el método científico. El escepticismo y la curiosidad son excelentes herramientas para relacionarnos con el mundo, pero esto no quiere decir que debemos dudar de todo y de todos como hace el negacionismo.

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