Fernando Cervera: “Miedo, desesperación, asombro y desconocimiento son cuatro de los pilares fundamentales que explican por qué la gente cree en pseudoterapias”

El fecomagnetismo es —o era, sigue leyendo y entenderás por qué— una pseudoterapia que se …

Imatge promocional del curtmetratge 'Una terapia de mierda'

El fecomagnetismo es —o era, sigue leyendo y entenderás por qué— una pseudoterapia que se basa en una mezcla entre biomagnetismo, homeopatía y falsas propiedades curativas de las heces. La terapia surgió como un experimento social de la mano de Fernando Cervera y Mariano Collantes, estudiantes en aquel momento en la Universidad de Valencia.

Durante un tiempo, Collantes y Cervera se hicieron pasar por promotores de una terapia que aseguraba poder curar cualquier enfermedad con excrementos e imanes. De hecho, los estudiantes llegaron a participar en grandes ferias de promoción del mundo alternativo, como la feria esotérica y alternativa de Atocha, y tuvieron ofertas para vender las heces incluso fuera de España.

Unos años más tarde, Cervera publicó “El arte de vender mierda. El fecomagnetismo, la homeopatía y otras estafas”, un libro que relata su experiencia, y actualmente están presentando su cortometraje “Una terapia de mierda”, dirigido por Javier Polo, escrito por Juanjo Moscardó y Ana Ramón Rubio, y producido por Cosabona Films, Los Hermanos Polo, Wise Blue Studios e Inaudita Films. Hemos hablado con él para descubrir como sucedió y hasta qué punto llegó esta pseudoterapia inventada.

¿Cómo surgió la idea?

Comenzó todo como una parodia, cuando mi amigo Mariano Collantes y yo estudiábamos Biología en la Universidad de Valencia. En ningún momento vendimos ningún producto y la página web era evidentemente falsa: por ejemplo, algunos de los doctores que teóricamente habían creado el fecomagnetismo, en algunas partes de la web eran blancos y en otras partes eran negros, había fotografías de los productos que teóricamente vendíamos que ponía directamente que eran botes de crema de manzana…, no tenía sentido. Pero recibimos mensajes de gente que entraba en la página web (…) y así fue como nos dimos cuenta de que, al final, da igual lo evidente que uno crea que es una parodia, al final siempre hay gente que se lo va a creer.

Nos empezó a escribir gente del mundo de las pseudoterapias que querían vender nuestra mierda —literalmente— en sus centros. Y a partir de ahí fue cuando dijimos: ¿Y si hacemos un experimento social, intentamos ver como de lejos llega, si podemos hablar con gente de ese entorno, si podemos llegar a aparecer en páginas “serias” de estas terapias alternativas…? Y así fue como empezó todo.

«En el mundo de las pseudoterapias, la palabra “prueba” podría ser sustituida por la palabra “dinero”».

El resto, pues bueno, ya es relativamente conocido. A partir de ahí, [el fecomagnetismo] empezó a salir en páginas web de promoción (…) del sector de la salud y de las terapias alternativas, (…) dimos una charla en la Feria Esotérica de Madrid, (…) hasta que finalmente decidimos decir que todo era una parodia y que queríamos ver si alguien inventándose una trola tan evidente podría llegar a moverse en el mundo de las pseudoterapias.

¿Cómo os disteis a conocer?

Esto fue en 2008, el tema de redes no estaba tan desarrollado. Hicimos la página web, empezamos a contactar con pequeños blogs de pseudoterapias (…) y les comentábamos que estábamos trayendo a España ese nuevo tratamiento revolucionario, y se interesaron, empezaron a publicar artículos, y a partir de ahí la cosa fue escalando, de blogs pequeñitos a blogs más grandes, a páginas más grandes, a congresos… Ya en la fase final quedábamos también en persona con algunos pseudoterapeutas que querían establecer colaboraciones con nosotros. Fue todo bastante manual.

¿En qué momento decidís parar el experimento?

Eso fue en la Feria Esotérica de Madrid, cuando, después de estar ya durante más de un año en el mundo de las pseudoterapias, consideramos que teníamos suficientes datos como para poder justificar que habíamos logrado demostrar que en el mundo de las pseudoterapias, la palabra “prueba” podría ser sustituida por la palabra “dinero”.

[El día de la Feria] fue un día muy tenso, porque estábamos allí rodeados de personas que decían que curaba el cáncer con imanes, era gente que ocasionaba mucho rechazo tener que estar con ellos sonrientes y con buenos términos, cuando realmente lo que te apetecía era decirles que eran unos estafadores. Ese día fue muy tenso y finalmente ya decidimos que ya íbamos a parar la parodia.

¿Por qué crees que necesitamos creer o confiar en pseudoterapias?

Motivos para creer en pseudoterapias hay varios. Yo a veces lo resumo en cuatro motivos, que creo que son los principales. Uno de ellos es el desconocimiento, es decir, es imposible saber de todo, entonces llega un momento en que viene alguien con apariencia de doctor, que se viste con bata, o que dice que es un profesor, y te dice que te va a curar con X sustancia, y tú, como no tienes conocimiento de todo, te lo puede llegar a vender. El desconocimiento es uno de los grandes aliados.

«No [hay] (…) un elemento estrella que hace que estas pseudoterapias tengan éxito. (…) Uno de los más importantes es el boca a boca (…) y el apoyo que reciben por parte de personalidades o por parte de medios de comunicación y la poca persecución que hacen de ellas».

Otro es el asombro, la necesidad de asombro del ser humano. Al final, cuando vienen, te cuentan sobre conspiraciones gigantescas para evitar que sepas que con algo muy sencillo, te puedes curar, todo el mundo quiere creer en eso. Queremos creer que vivimos en un mundo asombroso donde cosas sencillas pueden acabar con todos los males del mundo, y donde grandes corporaciones luchan para que no sepas que, por ejemplo, te puedes curar bebiendo tu orina, que es lo que dicen los que creen en la orinoterapia.

Luego, la desesperación. La desesperación es un tercer motivo muy relevante en las pseudoterapias. La gente que está desesperada es muy fácilmente manipulable. Estamos hablando de enfermedades graves o que tienen una carga psicológica muy elevada, como SIDA, cáncer, Alzheimer, autismo… Son síndromes o patologías o infecciones que tienen una carga mental muy elevada, y que luego realmente, a la hora de entender cómo puede caer la gente en ese tipo de engaños, pues hay que tener en cuenta que la gente que está en ese tipo de procesos son fácilmente manipulables y pueden caer en engaños.

Y por último, el miedo. Yo creo que el miedo es uno de los grandes motores de muchas teorías de la conspiración y movimientos científicos, como por ejemplo, el movimiento antivacunas. Te hacen creer que por ponerte una vacuna te van a controlar mentalmente, o que tus hijos se van a morir, o que van a desarrollar autismo. Y al final, el miedo es poderoso, ningún padre quiere el mal para sus hijos. En cambio, hay muchos padres, antivacunas. ¿Qué explica esto? Ellos creen realmente que están haciendo un bien a sus hijos. ¿Por qué? Porque tienen miedo a las vacunas.

Entonces yo lo resumiría con esto: miedo, desesperación, asombro y desconocimiento. Para mí son cuatro de los pilares fundamentales que explican por qué la gente cree en pseudoterapias.

¿Cuál es la característica más importante de una pseudoterapia para que tenga éxito?

No habría una única, no sabría decirte un elemento estrella que hace que estas pseudoterapias tengan éxito. Hay muchos elementos que creo que son muy importantes. Y yo creo que en los días que corren actualmente, uno de los más importantes es el boca a boca. (…) Si tuviera que destacar algo destacaría el apoyo que reciben por parte de personalidades o por parte de medios de comunicación y la poca persecución que hacen de ellas las Administraciones Públicas.