Pantallas: ¿amenaza o herramienta educativa?
Ofrecemos datos verificados sobre el uso de pantallas por parte de niños y adolescentes
en Cataluña, recopilamos la evidencia científica más reciente sobre su impacto y analizamos las políticas
actuales en competencias digitales.
Coordinación por Ares Biescas
Pantallas y salud mental
Correlación versus causalidad
La evidencia ofrece con frecuencia resultados contradictorios sobre la relación entre la exposición a pantallas y redes sociales y una peor salud mental. La creciente preocupación de la sociedad ha ido acompañada de la aparición de muchos estudios sobre esta cuestión, tantos, que puede ser difícil saber elegir los más significativos.
En Verificat nos hemos centrado en analizar los estudios con grandes bases de datos, muestras representativas y metodologías transparentes. Estos nos ofrecen, en general, una asociación negativa modesta entre el tiempo de uso de las pantallas y los indicadores de salud mental. Es decir que, en términos generales, la salud mental se deteriora a medida que aumentan los minutos que pasan los adolescentes delante de los dispositivos digitales, pero estos cambios son pequeños.
Más allá de la disparidad de resultados y de las limitaciones de la evidencia, este campo de investigación cuenta con la dificultad extra de depender exclusivamente de estudios observacionales, lo que dificulta extraer relaciones de causa-efectos.
Además, los investigadores también advierten de la dificultad de aislar factores que pueden interferir en los resultados y que les hacen preguntarse si son las redes sociales las que causan los problemas de salud mental o la gente con problemas de salud mental tiene más tendencia a hacer un mal uso de ellos. Además, que existan estudios que han encontrado asociaciones no implica directamente una causalidad entre pantallas y una peor salud mental. En general, la comunidad científica pide más estudios y con mayor calidad para profundizar en sus efectos.
Una revisión sistemática —publicaciones que recogen las conclusiones de estudios realizados en torno a un mismo tema— sobre los beneficios y riesgos asociados con las interacciones de los jóvenes con las pantallas encontró, en el caso de las redes sociales, pequeños efectos como un mayor riesgo de depresión y de comportamientos de riesgo.
“Cuestiones como la depresión y la salud mental son complejas, y si bien el tiempo frente a la pantalla puede ser parte del problema, ciertamente no es la única variable”
Taren Sanders, científico de datos en el Instituto para la Psicología Positiva y la Educación de la Universidad Católica de Australia, y líder del estudio.
Sus conclusiones son similares a otras revisiones paraguas, que han evaluado los hallazgos de revisiones sistemáticas y metaanálisis publicadas sobre el tema, y que consideran las asociaciones entre uso de pantallas y salud mental “débiles” e “inconsistentes” (1, 2, 3).
La revisión de revisiones también encuentra efectos perjudiciales de otros usos de los teléfonos, aunque las asociaciones débiles son la tónica que se repite una vez y otra.
¿Podemos hablar de adicción a las pantallas?
La OMS reconoce solo la adicción al juego y a los videojuegos como las dos únicas adicciones sin sustancia. El trastorno de juego en internet (IGD, en inglés) se incluye, de hecho, en la quinta edición del Manual Diagnóstico y Estadístico de los Trastornos Mentales (DSM-5) como condición que requiere de más estudios.
El comité de expertos del Gobierno sugería en su informe el término uso problemático de internet para referirse a la posible dependencia de Internet y las redes sociales, sin llegar a incluirlo en los manuales diagnósticos, un término que también recogen muchos otros estudios académicos.
Este uso se caracteriza por un alto grado de interferencia en la vida cotidiana, con un impacto tanto a nivel personal, como familiar, académico o laboral, y podría ir acompañado de una sintomatología clínica.
En este sentido, el Hospital San Juan de Dios de Lleida atiende cada año a unos 40 adolescentes de entre 12 y 17 años que han desarrollado un uso problemático de las nuevas tecnologías (en el 2023 fueron 40 y en el 2022, 39), según avanzaba el diario El Segre y ha confirmado Verificat. Psiquiatras de l’hospital aseguran que han visto casos de hasta quince horas delante de las pantallas, pero alertan que el problema no es solo el tiempo, sino el acceso libre a los contenidos.
Por otra parte, el catedrático de Psicología de la Universidad de Granada José César Perales explica en un documento que los instrumentos que se utilizan mayoritariamente para diagnosticar a una persona con adicción valoran que practique una actividad de tal modo que muestre signos de tolerancia y abstinencia, utilice esta actividad para regular su estado de ánimo, haya fracasado en sus intentos de controlarla, le dé una atención desproporcionada y sufra una interferencia significativa en su funcionamiento diario.
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