Tomar el sol con gafas oscuras no hará que te quemes la piel más fácilmente
Proteger los ojos del sol no evita ni favorece tener quemaduras solares
Proteger los ojos del sol no evita ni favorece tener quemaduras solares
¿Qué se ha dicho?
Que al usar gafas de sol evitamos que nuestro cuerpo reconozca que es de día. Por eso no sintetiza melanina y aumenta el riesgo de quemaduras solares.
¿Qué sabemos?
Las quemaduras solares se producen por la radiación UV directa sobre la piel, no porque las gafas de sol impidan que el organismo detecte la luz.
En los últimos días, se han viralizado en X (antes Twitter) varios vídeos con decenas de miles de reproducciones que afirman que llevar gafas de sol aumenta la sensibilidad de la piel y hace que te quemes más rápidamente cuando tomas el sol, porque “los ojos no pueden avisar a la piel del peligro”. Estos contenidos aseguran que, supuestamente, cubrirse los ojos impide una respuesta natural del cuerpo para protegerse del sol.
Es FALSO. Los ojos no tienen ningún papel en la sensibilidad de la piel a la exposición solar, por lo que llevar gafas no aumenta el riesgo de quemarse. De hecho, las autoridades sanitarias las recomiendan para proteger los ojos de daños como cataratas o degeneración macular. La radiación puede dañar el ADN de las células cutáneas y favorecer el desarrollo de tumores.
«Si tomas el sol con gafas, te quemarás antes»
Este mito parte de la idea errónea de que la luz percibida a través de los ojos activa, supuestamente, una respuesta defensiva en la piel para protegerse frente a la radiación ultravioleta. Aunque existen conexiones entre la percepción de la luz y algunos procesos hormonales (como el aumento de la inmunidad o la secreción de melatonina, la hormona que regula el ciclo sueño-vigilia), no se ha demostrado científicamente que cubrirse los ojos afecte a la producción de melanina, la sustancia que nos broncea y protege la piel.
“El daño solar se produce porque la radiación solar y los rayos UV penetran en la piel”, explica a Verificat Anna López, dermatóloga del servicio de Dermatología del Hospital de Sant Pau de Barcelona, destacando que la piel es el único órgano implicado en el proceso. La experta rechaza cualquier vínculo entre la visión y el daño solar en la piel: “Es totalmente falso”.
Las gafas de sol, homologadas y con filtro UV, son un elemento clave en la protección solar completa. No solo no son peligrosas, sino que están recomendadas por organismos sanitarios internacionales, como la Organización Mundial de la Salud (OMS). La experta del Hospital de Sant Pau también las recomienda para evitar lesiones oculares.
Esta afirmación también ha sido verificada por la organización australiana de verificación de datos AAP, miembro de la International Fact-Checking Network (IFCN).
Crema, ropa adecuada y evitar las horas centrales del día
La única manera avalada por la evidencia científica y las principales instituciones de salud para protegerse del sol es reducir la exposición directa, buscar sombra, usar ropa adecuada, llevar gafas de sol homologadas, sombreros de ala ancha y aplicar protector solar.
Recomendaciones virales en redes, como la de “hacer callo solar” (exponerse progresivamente para acostumbrar la piel), no se basan en evidencias científicas y pueden aumentar el riesgo de daño cutáneo, envejecimiento prematuro y cáncer de piel. Ya recogimos otros mitos sobre las quemaduras solares en esta verificación.
¿Cómo reacciona la piel para protegerse del sol?
El bronceado de la piel se produce porque, cuando la exposición solar estimula las células cutáneas llamadas melanocitos, estas producen melanina, un pigmento que se acumula en las capas superficiales de la piel y le da un tono más oscuro. Además del sol, también influyen factores como el embarazo o algunos desequilibrios hormonales que pueden estimular su producción. Más allá de la piel, la melanina también afecta al cabello y al iris de los ojos, y protege las células del daño causado por los rayos UV.
El bronceado, por tanto, no es un signo de salud: es una defensa natural con la que el cuerpo intenta protegerse del daño causado por la radiación ultravioleta (UV), y aparece como respuesta a una lesión. Cuanto mayor es la posibilidad de daño solar, más melanina se produce para limitarlo, aunque el pigmento no puede absorber completamente los rayos UV, y por eso las exposiciones muy prolongadas acaban en quemadura, que se produce porque la radiación UVB daña directamente las células de la piel.
El uso de gafas de sol no altera este proceso, que forma parte de la adaptación de los humanos y otros mamíferos a las condiciones solares del su entorno. Lo que sí protege de verdad contra las quemaduras es el uso de protector solar, ropa adecuada y evitar la exposición durante las horas centrales del día.
Cáncer de piel y quemaduras
Las quemaduras solares, especialmente durante la infancia y la adolescencia, se han asociado de forma clara y en múltiples estudios con un mayor riesgo de desarrollar cáncer de piel, incluyendo el melanoma, su forma más agresiva, y otros tipos como el carcinoma basocelular y el carcinoma escamoso.
Las personas que han sufrido más quemaduras solares son más propensas a desarrollar cáncer de piel. También se ha demostrado que el uso de cabinas de bronceado favorece la aparición de melanoma, con mayor incidencia si se empiezan a usar antes de los 35 años, como demuestra este metaanálisis.
La Organización Mundial de la Salud (OMS) recomienda extremar las precauciones para evitar estas quemaduras, ya que la exposición repetida al sol puede acabar provocando cáncer de piel. De hecho, se estima que, a nivel mundial, las quemaduras solares son responsables del cáncer de piel en un 76,9% de los casos en España, según datos de la OMS.