Es falso que España no tenga reservas de uranio, como dijo Sánchez, pero está prohibido explotarlas
Hay reservas de uranio sobre todo en el oeste de España, pero está prohibido explotarlas por el impacto de sus residuos.
Hay reservas de uranio sobre todo en el oeste de España, pero está prohibido explotarlas por el impacto de sus residuos.
¿Qué se ha dicho?
Que en España no hay uranio, y que si se habla de centrales nucleares, el uranio tendría que importarse.
¿Qué sabemos?
Hay reservas de uranio sobre todo en el oeste de España, pero está prohibido explotarlas por el impacto de sus residuos.
El presidente español, Pedro Sánchez, afirmó en el pleno del 7 de mayo en el Congreso de los Diputados que en “España no hay uranio” y que, si se habla de centrales nucleares, “el uranio tendría que importarse” (minutos 55:12), mientras comparecía para explicar la estrategia de Defensa del Gobierno español y dar explicaciones sobre el apagón eléctrico del 28 de abril. Más tarde, añadió que los «los yacimientos de uranio que existen en España dejaron de explotarse hace décadas porque eran absolutamente inviables desde el punto de vista económico y altamente contaminantes» (5:29:12). ES ENGAÑOSO. España tiene reservas de uranio que se explotaron el siglo pasado, aunque la última mina cerró en el 2000, y actualmente están prohibidas por el impacto de sus residuos.
«Se habla mucho de las centrales nucleares y poco del hecho de que en España no hay uranio y que, por tanto, deberemos importarlo»
Pedro Sánchez, presidente de España
Según el último documento sobre el uranio de la Agencia de Energía Nuclear (AEN) y la Agencia Internacional de Energía Atómica (OIEA, en inglés), hay 34.350 toneladas de uranio (tU) identificadas “in situ” en España. No es el país europeo con más uranio: Ucrania (con 184.800 tU) o República Checa (con 119.100) tU) tienen hasta 6,5 y 4,2 veces más, respectivamente, y, después de España, sigue Hungría (16.700 tU), Eslovaquia (15.500 tU) o Suecia (9.600 tU).
España produjo un total de 5.028 toneladas de uranio entre 1959 y 2000, según informa a Verificat el Departamento de Recursos Geológicos para la Transición Ecológica. Las principales minas estaban en Andújar (Jaén); El Lobo, en El Haba (Badajoz); Los Ratones (Cáceres), y Mina Fe en Saelices (Salamanca), explica este organismo. Esta mina fue la última en cerrar, en el 2000, porque se habían acabado los recursos “económicamente explotables” a los precios del mercado, según informa el Ministerio por la Transición Ecológica.
ENUSA, llamada Empresa Nacional del Uranio hasta el 2000, era la empresa nacional que explotaba este último yacimiento, y entre 1993 y 1996 calculó que sus recursos “razonablemente asegurados eran 16.813 toneladas de uranio”.
Está prohibida su explotación
España tiene reservas de uranio, pero prohíbe la exploración, investigaciones o concesiones de explotación de minerales radiactivos. La Ley 7/2021 de Cambio Climático y Transición Energética lo prohíbe «dado que los proyectos relacionados con la minería del uranio generan materiales residuales que son considerados residuos radiactivos» y que la «larga vida de estos residuos» trasciende generaciones.
Por otra parte, en la última década y anterior a esta ley, la empresa Berkeley Minera quiso iniciar un proyecto para construir una planta de fabricación de concentrado de uranio en Retortillo (Salamanca). El Ministerio para la Transición Ecológica y el Reto Demográfico denegó en 2021 la solicitud de autorización de la minera, ya que el Consejo de Seguridad Nuclear (CSN) realizó una evaluación técnica con un resultado “desfavorable”. Según Berkeley, en esa mina, la estimación de recursos minerales era de 34.350 tU de uranio.
¿Cuál sería su viabilidad?
Alexandre Deltell, miembro del Grupo de Investigación en Ingeniería de Fluidos, Energía y Medio Ambiente de la Universidad de Girona (UdG), explica a Verificat que para hacerse una idea de cuál es la magnitud de las 34.350 toneladas de uranio (tU) que registra la Agencia de Energía Nuclear en España, se puede tener en cuenta que “el consumo anual en las centrales nucleares es de unos 1.100 a 1.300 tU anuales, lo que significa que “estos recursos permitirían operar las centrales nucleares nacionales durante unos 19 años”.
El Ministerio de Energía, preguntado por Verificat, dice que el hecho de que “en España haya recursos identificados no implica que el país pueda procesarlos y obtener combustible para las centrales nucleares”.
Para que el uranio pueda ser utilizado en centrales nucleares debe estar enriquecido, es decir, «es necesario aumentar artificialmente su concentración», según explica la IAEA. La misma agencia añade que «el enriquecimiento de uranio es una actividad estratégicamente sensible y con unos costes muy elevados, lo que crea barreras de entrada significativas para cualquier nuevo proveedor». Según la IAEA, existen relativamente pocos proveedores comerciales de enriquecimiento que operan un número limitado de instalaciones a escala mundial en Francia, Alemania, Países Bajos, el Reino Unido, Estados Unidos y Rusia. Es una actividad fuertemente regulada por la Agencia Internacional de Energía Atómica (OIEA), dado que el enriquecimiento de uranio se puede utilizar para crear armas nucleares.
El futuro de las nucleares
Según la Asociación Nuclear Mundial, los grandes productores de materia prima de uranio (sin enriquecer) actualmente son Kazajistán, Canadá, Australia y Namibia.
Santiago M. López, catedrático de Historia de la Universidad de Salamanca y coautor del libro ‘Historia del uranio en España’, explica a Verificat que a inicios de los años setenta se empezó a realizar la planificación de las centrales nucleares en España. Entonces, «se llegaron a poner sobre la mesa proyectos para edificar cuarenta reactores nucleares». La previsión de estas necesidades extraordinarias de uranio “llevó al Gobierno a crear, en 1972, la Empresa Nacional del Uranio SA (ENUSA)”.
Este auge inicial perdió fuerza después de distintas crisis económicas, añade López. Actualmente, el Gobierno de España prevé cerrar las centrales nucleares entre 2027 y 2035, aunque con el reciente apagón eléctrico se ha vuelto a reabrir el debate sobre si debería alargarse su vida útil.