China no tiene la tecnología para reciclar el 100% de los residuos peligrosos generados en sus centrales nucleares

El Instituto de Física Moderna de la Academia China de las Ciencias (CAS) ha compartido el prototipo de una tecnología que, sobre el papel, permitirá reciclar el 100% de los residuos de alta actividad. Pero ninguna central nuclear la está utilizando, puesto que se encuentra en una fase inicial de desarrollo.


¿Qué se ha dicho?

Que las centrales nucleares de China utilizan una tecnología que permite reciclar todos los residuos y logran «el ciclo completo de la energía nuclear verde».

¿Qué sabemos?

El Instituto de Física Moderna de la Academia China de las Ciencias (CAS) ha compartido el prototipo de una tecnología que, sobre el papel, permitirá reciclar el 100% de los residuos de alta actividad. Pero se trata de una prueba aislada, que está todavía muy alejada de ser una realidad a nivel industrial.

Un participante de un podcast que emite repetidamente desinformación sobre el panorama energético global ha asegurado en un episodio con más de 1.200 escuchas sólo en Ivoox que las centrales nucleares de China utilizan una tecnología que permite reciclar todos los residuos y logran "el ciclo completo de la energía nuclear verde". Es ENGAÑOSO.

Es verdad que el Instituto de Física Moderna de la Academia China de las Ciencias (CAS) ha compartido el prototipo de una tecnología que, sobre el papel, permitirá reciclar el 100% de los residuos de alta actividad -es decir, aquellos que emiten la radiación más peligrosa— y reducir el tiempo que emiten de decenas de miles de años a tan sólo unos siglos. Sin embargo, en ningún caso se trata de una tecnología que permita eliminarlos completamente y ninguna central nuclear la está utilizando, ya que se encuentra en una fase inicial de desarrollo.

El reciclaje de los residuos de alta actividad funciona en Francia desde 1976, pero la tecnología que se utiliza (disponible también en Rusia, Japón, India y Reino Unido) sólo es capaz de actuar sobre el 96% de los residuos de mayor vida. La reducción del tiempo en que continúan activos estos residuos también es menor que la probada en el experimento presentado en China, pero no puede considerarse definitivo porque se trata de una prueba aislada en un laboratorio, y todavía muy alejada de ser una realidad a nivel industrial.

“En China las mini centrales nucleares que están fabricando ya han encontrado la tecnología suficiente para reciclar el residuo nuclear, con el que realizan el ciclo completo de la energía nuclear verde”

El pasado 11 de enero, el Instituto de Física Moderna de la Academia China de las Ciencias (CAS) publicaba un avance en su proyecto para desarrollar un Sistema de Energía Nuclear Impulsado por Aceleradores (ADS) por sus siglas en inglés ), una tecnología que, sobre el papel, debe permitir reciclar el 100% de los residuos nucleares más peligrosos. Este avance, que no ha sido publicado en ninguna revista científica de prestigio (el buscador de ScienceDirect no encuentra ningún resultado similar) ni compartido por las principales entidades globales que gestionan la energía nuclear, la Asociación Nuclear Mundial (WNA) ni el Agencia Internacional de la Energía Atómica (IAEA), no apareció en la prensa generalista hasta mediados de junio, cuando la publicación estadounidense especializada en defensa Defense One se hizo eco.

La tecnología de reciclaje investigada por el CAS funciona en dos fases y se conoce como separación y transmutación. Sobre el papel, el primer método separa el residuo entre elementos de alta radiactividad y el resto, a fin de poder reciclar los primeros, que son más peligrosos. La segunda fase, donde entra en acción la tecnología ADS recientemente presentada por China, consiste en quemar los residuos de alta actividad para hacerlos menos activos empleando, como fuente de energía, un acelerador de partículas. Este proceso permite, de paso, obtener energía.

El anuncio del CAS hace referencia justamente al desarrollo de un prototipo de acelerador de partículas que, según el centro de investigación, ha alcanzado unas energías que representan un paso adelante hacia la transmutación, y considera el avance como “el primer instrumento clave para llevar a cabo el sistema [ADS]”. La entidad no anuncia en ningún caso que esté aplicando el ADS en sus centrales nucleares, a diferencia de lo que se asegura en el podcast.

Con este desarrollo, China avanza por el camino de “una central nuclear que tiene un doble propósito: sacar de en medio los residuos más peligrosos y generar energía”, explica a Verificado Manuel Lozano, profesor de investigación en el Instituto de Microelectrónica de Barcelona (IMB-CNM), centro del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC). El experto señala que, además, la tecnología permitiría "usar combustible antiguo" como fuente de energía, reduciendo la actividad radioactiva de las decenas de millones de años a unos pocos siglos. Sin embargo, por ahora sólo se trata de un paso adelante.

De la teoría a la realidad industrial

Preguntado por la importancia del avance, el gabinete de prensa de la Asociación Nuclear Mundial (WNA) se limita a precisar a Verificado que el ADS es una tecnología que tiene el potencial para usarse para “transformar” residuos peligrosos en otros que emitan radiación peligrosa durante menos tiempo. La asociación indica en su página web que otros países como Francia, Estados Unidos o Japón también tienen proyectos de investigación en marcha para estudiar la transmutación.

En este sentido, “China no tiene un desarrollo superior al que puede ser la Unión Europea o Estados Unidos a nivel de los transmutadores”, asegura a Verificat Álvaro Rodríguez, director técnico de Enresa, la entidad responsable de la gestión de los residuos nucleares en España, haciendo referencia a los estudios sobre la transmutación que están llevando a cabo otros países. El experto indica que "la separación y la transmutación funcionan a nivel teórico", pero todavía "no son realidades a nivel industrial y están muy lejos de serlo".

Más allá de la investigación en la transmutación, la otra parte del proceso, la separación de los núcleos más activos de los menos menos, se encuentra también en fase de investigación. Una revisión de 2019 del Laboratorio Nacional de Idaho (Estados Unidos) concluyó que todavía no se ha llegado al punto en que la separación se pueda industrializar, conclusión que comparten los estudios científicos que citan la tecnología, como uno de Nature de 2022.

El reciclaje no es nada nuevo

La energía nuclear genera residuos de baja, media y alta actividad, en función del tiempo que emiten radiación a niveles peligrosos. Mientras que los dos primeros dejan de ser de riesgo al cabo de unas decenas o cientos de años y no existen iniciativas para su reciclaje, el tercer grupo emite radiación a niveles elevados durante miles o decenas de miles de años. El reciclaje se centra en este tercer grupo que representa, según la Asociación Nuclear Mundial, el 3% de los residuos generados en la producción de energía nuclear, y que procede esencialmente del combustible usado.

La planta francesa de La Hague, construida en 1966 para aplicaciones militares, se convirtió en la primera en “reprocesar” —o reciclar— parte del combustible nuclear usado en la generación de energía a partir de 1976. Rusia, Reino Unido, l India y Japón también cuentan con instalaciones que permiten dar una segunda vida aparte de los residuos de las centrales nucleares (concretamente, al 96% de los residuos considerados más peligrosos, que representan un 3% del total de los residuos).

España no puede reciclar su residuo nuclear

El Plan Energético Nacional aprobado en España en 1983 consideró el combustible nuclear usado como residuo y descartó explícitamente su reprocesamiento como opción de gestión.

El director técnico de Enresa apunta a la prohibición del reprocesamiento en Estados Unidos en 1977 como evento clave en que la mayor parte de países no contemplen esta opción como una estrategia de gestión. La prohibición radica, fundamentalmente, en el isótopo 239 del plutonio que se obtiene en la operación de reprocesamiento, y que “es muy fácilmente utilizable militarmente y, por tanto, […] podría acabar en la fabricación relativamente fácil de 'armas nucleares', según apunta Alexandre Deltell, miembro del Grupo de Investigación en Ingeniería de Fluidos, Energía y Medio Ambiente (GREFEMA) de la Universidad de Girona.