Javier López Menacho: “El entorno digital posibilita maneras de acoso más sofisticadas y difíciles de combatir”

Javier López Menacho: “El entorno digital posibilita maneras de acoso más sofisticadas y difíciles de combatir”

El periodista Javier López Menacho, especializado en comunicación y reputación digital, trata de entender los peligros de internet en su último libro La generación like. Guía práctica para padres y madres en la era multipantalla (Catarata, 2021). Cyberbullying, sexting, grooming, adicción,… la lista de abusos y amenazas es cada vez más extensa. ¿Cómo detectar si su hijo es víctima de algún tipo de acoso digital? ¿Cómo afrontar en familia una conversación sobre ciberbullying o grooming? ¿Tiene un padre derecho a investigar el teléfono de su hijo?

¿Podemos hablar de adicción al teléfono móvil?

La OMS no recoge aún como enfermedad la adicción al móvil, sin embargo, muchos expertos la consideran como una de las grandes enfermedades del siglo XXI. Aunque no es el móvil el causante de la adicción, sino lo que hay dentro de él. Te enganchas, por ejemplo, a un juego, a las redes sociales, a las distintas aplicaciones, a internet, etc. Ahora mismo sólo se reconoce la adicción a los videojuegos, el resto son trastornos conductuales con lo que ocurre en torno al móvil.

¿Qué define una adicción?

Según los distintos organismos de salud, para hablar de adicción se tienen que presentar tres o más de los siguientes criterios:

– Fuerte deseo o necesidad de consumir la sustancia

– Dificultades para controlar dicho consumo

– Síndrome de abstinencia al interrumpir o reducir el consumo

– Tolerancia

– Abandono progresivo de intereses ajenos al consumo de la sustancia e inversión de tiempo en conseguirla

– Persistencia en el uso de la sustancia a pesar de percibir de forma clara sus efectos perjudiciales

Teniendo en cuenta estos criterios, es curioso que lo que hay dentro del móvil, por ejemplo, las redes sociales, no se considere una adicción, ¿no?

En ocasiones, la sociedad va más rápido que la ciencia. Los organismos de salud aún están intentando comprender qué hay detrás de las horas que pasamos frente a los móviles y discutiendo si es necesario tratar esa conducta como una adicción. Creo que estos organismos reconocerán antes la adicción a las redes sociales o a las aplicaciones que al móvil en sí.

¿Cómo pueden detectar los padres si sus hijos tienen un problema?

Si su hijo sufre alguno de estos síntomas, los padres deberían prestar atención:

– Poca capacidad de concentración

– Incomunicación

– Enclaustramiento en su habitación

– Poca sociabilización

– Falta de horas de sueño

– Fatiga Irritabilidad

– Trastornos alimentarios

¿Existe un número de horas de uso de móvil que debe alertar a los padres?

No hay una fórmula matemática para considerar que nuestro hijo o hija es adicto al móvil. Puede usarlo muchas horas y realizar buenas prácticas, y puede usarlo menos horas y que esas prácticas sean dañinas. El número de horas es un factor a tener en cuenta, pero no lo es todo.

En el libro hace un repaso a los tipos de acoso que un menor puede sufrir a través del móvil, ¿cómo se puede detectar el ciberacoso?

Los padres deben estar atentos al uso que hacen sus hijos del teléfono móvil e intentar hablar con ellos si detectan cualquiera de los síntomas de adicción al teléfono que explicamos antes. Aún así, por distintas razones, no es fácil detectar si una persona sufre ciberacoso. Primero, porque la persona que lo sufre se siente culpable y no suele estar dispuesta a hablar sobre ello. Segundo, porque los acosadores utilizan perfiles anónimos para cometer el abuso y usan canales privados para contactar con la persona acosada, como, por ejemplo, los mensajes privados de las redes sociales o los canales de mensajería instantánea.

El ciberacoso se manifiesta de manera distinta al acoso escolar.

La persona que acosa en el entorno físico lo hace en espacios socializados, como, por ejemplo, la escuela, donde puede haber testigos. El entorno digital posibilita a los acosadores espacios más confortables para cometer el delito, además de maneras de acoso más sofisticadas y difíciles de combatir.

¿Qué tipos de ciberacoso hay?

Hay un tipo de acoso social, como el escolar, conocido como cyberbullying, donde el acosador encuentra en la víctima una persona sobre la que proyectar su violencia y sus anhelos. También está el acoso sexual, denominado grooming, donde un adulto se hace pasar por niño para ganarse la confianza de un menor con el fin de abusar sexualmente de él. En tercer lugar, hay grupos extremistas, como, por ejemplo, sectas o grupos de extrema derecha, que persiguen que te sumes a su causa. Y por último delitos vinculados a estafas en los que los delincuentes quieren obtener datos o cuentas bancarias a fin de robarte dinero.

Estos riesgos también existen fuera de internet.

Sí, aunque la red da confort al acosador, que puede preservar su anonimato y usar canales privados para cometer los delitos. Lo tecnológico protege al acosador y desprotege al acosado propiciando una relación desigual, de manera que tenemos que armarnos de herramientas para ayudar a las personas que sufren acoso. Detectar rápidamente los casos y darles una respuesta inmediata es fundamental.

¿Cuáles son esas herramientas?

La mejor acción es siempre preventiva. Cualquier campaña que sensibilice acerca de qué es el ciberacoso y cómo detectarlo es siempre bienvenida. Tanto las víctimas como las familias tienen que ser capaces de detectar el problema para poder actuar. Segundo, hay que dotar a las familias de capacidades comunicativas y tecnológicas para abordar estos casos. Tercero, siempre que sea necesario, hay que acudir a asociaciones especializadas en este tipo de casos, como por ejemplo el Centro de Seguridad en Internet para menores de edad en España, Internet Segura for Kids, la Fundación ANAR, la Fundación Aprender a Mirar, etc. Y hay que dotar de recursos a estas asociaciones para que puedan desempeñar su labor.

¿Cómo afrontar en familia una conversación sobre ciberbullying o grooming?

Lo primero es seleccionar a la persona que debe llevar a cabo esa conversación. De entrada, podemos pensar que debería ser el padre o la madre, pero los expertos aseguran que a veces es mejor un hermano o un amigo, o incluso un profesional, cuando la familia está muy implicada emocionalmente y le cuesta gestionar esas emociones. Después hay que encontrar el entorno y el momento adecuados, cuando la persona esté confortable, con calma y en confianza.

Escuchar es básico.

Sí, hay que escuchar, escuchar y escuchar. Hay que dejar que sean ellos mismos quienes expresen su problema. El acercamiento no debe resultar agresivo ni darse en el momento que decide la familia. Quizá la conversación se inicia en un momento determinado y se desarrolla a lo largo de las semanas. En cualquier caso, no hay que empezar una conversación así: “Oye, hemos detectado que sufres ciberacoso, ¿qué está pasando?”. Es mejor: “Cariño, mira, he visto esto y me he preocupado un poco”. Se trata de solventar el problema entre todos, de manera que ayuda hablar desde el “nosotros”.

¿Tiene un padre derecho a investigar el teléfono de su hijo?

La jurisdicción busca acomodar la nueva realidad digital y hay jurisprudencia al respecto, pero aún no hay consenso. Existen sentencias que protegen la privacidad de los hijos y otras a favor de determinadas acciones efectuadas por los padres. Depende de qué canales y aplicaciones se consulten y de las condiciones de privacidad de estas empresas.

¿Qué deben hacer los padres entonces?

De entrada no recomendaría investigar el teléfono de sus hijos. Lo que sí que recomiendo es el control parental, es decir, los padres deben preocuparse de que sus hijos tengan en el móvil sólo aquellas aplicaciones que les ayuden en su desarrollo emocional e intelectual. Es responsabilidad de la familia consensuar qué uso de la tecnología se hace. Y existen múltiples herramientas para controlar, monitorear o limitar las experiencias de los menores en tabletas, ordenadores o móviles, desde impedir que accedan a contenidos inadecuados hasta limitar las horas de uso del dispositivo, pasando por la limitación a determinados archivos, el bloqueo de llamadas, etc. La Fundación ANAR propone un contrato para el buen uso del teléfono móvil en familia.

¿A favor o en contra de los móviles en las aulas?

Entre la prohibición total y la permisividad existe un amplio abanico de posibilidades. La escuela es un lugar donde los jóvenes deben desarrollar capacidades para enfrentarse al mundo. Por tanto, la escuela debe educar en el conocimiento, ¿qué son las redes sociales? ¿qué quieren de nosotros? ¿cómo están diseñadas? ¿qué nos aportan? ¿qué papel juegan en la construcción de nuestra identidad? El tema fundamental es empoderar a la persona en el conocimiento tecnológico.

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