No hay evidencia científica sobre la presencia de parásitos en las vacunas de la covid-19

Un parásito necesita de otro organismo huésped para vivir y alimentarse, y las vacunas no pueden considerarse tal cosa


¿Qué se ha dicho?

Un vídeo de Twitch asegura que las vacunas contienen diferentes parásitos en su interior.

¿Qué sabemos?

Las vacunas no son organismos en los cuales puedan habitar los parásitos. Además, están sometidas a un estricto control de seguridad y producción para evitar cualquier contaminación. Los expertos consideran imposible que puedan contener ningún parásito.

Nos habéis preguntado por un vídeo emitido en Twitch que menciona tres parásitos que, supuestamente, se han encontrado en envases que contenían las vacunas de Pfizer, Moderna y AstraZeneca. Es FALSO: no hay evidencia de que se hayan encontrado parásitos en los viales. 

"Microfilaria (15 de cada 50 botellas en Pfizer / 35 de 50 en Moderna), Toxoplasma Gondii (en Moderna, 28 de 50 / En Pfizer, 8 de 50 / En AZ, 32 de 50), Trypanosoma brucei (en Moderna, 12 de 50 / Pfizer, 38 de 50 y AZ, 22 de 50)"

El vídeo no hace referencia a estudios que se hayan publicado que indiquen la presencia de este tipo de organismos en las vacunas, por lo que no es posible verificar estas aseveraciones acudiendo a la fuente de donde el narrador saca la información. 

Ningún fabricante de las vacunas que actualmente se administran en España indica que haya parásitos de ningún tipo en su lista de ingredientes (aquí los prospectos de Pfizer, Moderna, AstraZeneca y Janssen, las cuatro aprobadas en España). Ni microfilaria, ni toxoplasma gondii ni trypanosoma brucei aparecen en ella. 

Un parásito es, según la definición que dan los Centros para el Control y Prevención de Enfermedades (CDC, el inglés) de los EE UU, “un organismo que vive sobre un organismo huésped o en su interior y se alimenta a expensas del huésped”. Es decir, que viven en otros organismos y las vacunas no pueden considerarse tal cosa. 

Jorge Carrillo, vocal de la Sociedad Española de Inmunología (SEI), por su lado, descarta que pueda haberse colado en las fórmulas un ingrediente que no figure en los prospectos. “Las vacunas llevan un estricto control de seguridad y de producción para evitar cualquier tipo de contaminación”, señala a Verificat. “Las vacunas no pueden llevar ningún tipo de parásito. Es imposible. Ni por error”, concluye.

Es necesario un huésped

En el caso de la microfilaria —una filaria en su etapa temprana de vida—, son pequeños parásitos nematodos de la familia Filarioidea que causan infecciones tropicales diversas, las filariasis. Se transmiten a través de la picadura de insectos, y aunque las filariasis suelen diagnosticarse más en áreas tropicales, en los últimos años también se han diagnosticado casos en España (fundamentalmente en personas inmigrantes y, más raramente, en viajeros), según este estudio.

Trypanosoma brucei es un parásito que se encuentra principalmente en la sangre y causa la enfermedad del sueño, y se transmite a través de moscas tsé tsé infectadas, según indica la OMS. La del sueño es una enfermedad endémica en 36 países del África subsahariana, “en los que hay moscas tsé tsé que transmiten la enfermedad”, señala el organismo. 

En cuanto a Toxoplasma Gondii, es un parásito que causa la toxoplasmosis, una infección que, tal y como muestra este artículo sobre el tema de la Clínica Universidad de Navarra (CUN) afecta a seres humanos en todo el mundo, así como a muchas especies de animales y de aves. Sin embargo, estos son todos hospedadores intermedios —el parásito se desarrolla pero sin llegar a la madurez sexual—. y es el gato el hospedador definitivo del parásito —el parásito alcanza tal madurez—. 

El contagio se produce habitualmente tras comer carne infectada con este parásito, así como al entrar en contacto con gatos que lo portan en las heces, o mediante la transmisión de madre a hijo durante el embarazo. 

Las vacunas atenuadas, las únicas con riesgo

Tanto la fabricación de vacunas de ARNm (Pfizer y Moderna) como de vector viral (AstraZeneca y Janssen) se llevan a cabo in vitro (se hace todo fuera de un organismo vivo), sin contar con elementos in vivo (no han usado ningún organismo vivo en su fabricación): “No puede haber ningún patógeno, tanto en el caso de las vacunas de ARNm, como en aquellas que contienen vectores adenovirales, como Janssen o AstraZeneca”, señala Carrilo. 

Que una vacuna contenga un elemento vivo que cause daño en el paciente solo es posible si hablamos de aquellas que contienen virus atenuados, que se fabrican quitando fuerza (lo que los científicos llaman atenuar) al patógeno que queremos combatir, para que al ser inoculado la persona curse una infección muy leve, y se pueda montar una buena respuesta inmunitaria: “Lo que ha pasado en alguna ocasión es que este proceso de atenuación no ha sido correcto del todo y has tenido alguna vacuna que ha dado reacción en este sentido”, reconoce Carrillo. “Pero esto es algo que ha pasado hace muchos años; ahora los procedimientos que hay son mucho más seguros y esto no pasa”, concluye.

Por otro lado, hay que recordar que ninguna de las vacunas contra la covid-19 están fabricadas a partir de virus atenuados

Un rumor recurrente 

El asunto de los parásitos en las vacunas no es nuevo. Otras agencias de verificación ya se ha desmontado estas afirmaciones sin base científica, como la sección de fact-checking de Agence France-Presse, la británica Full Fact, la americana Politifact, y la especializada en salud Health Feedback, todas miembros asociados de la International Fact Checking Network.