Varias páginas web y grupos de Telegram comunican sobre el estreno del documental The Big Reset en Madrid, que tiene previsto presentarse en las siguientes semanas en Barcelona, Valencia, Sevilla y Bilbao. El documental, que consiguió financiación a través de una campaña de Kickstarter organizado por un hombre que se identifica como Jorge Roca Victorero, como aparece en su página de crowdfunding, todavía no está disponible en internet.
El largometraje pone en cuestión, por ejemplo, la eficacia de los test PCR o la tecnología de las vacunas de ARN mensajero. Analizamos las afirmaciones FALSAS y ENGAÑOSAS de este adelanto, que ya se difundió en marzo de 2021 antes del inicio de la campaña de recaudación de fondos.
Las pruebas PCR no son prueba diagnóstica [...] Se calcula con unos 60 ciclos, 50 ciclos que se realicen en las PCR, se pueden llegar a 90-90 y tantos por ciento de falsos positivos.
El documental da continuidad a una de las desinformaciones que más ha circulado durante la pandemia: que, supuestamente, las PCR no son herramientas útiles para diagnosticar la covid-19, algo que ya hemos verificado en diversas ocasiones (aquí y aquí). De hecho, el Centro Superior de Investigaciones Científicas (CSIC) considera a estas pruebas “una herramienta vital para determinar el alcance de la pandemia”.
La PCR es una técnica que consiste en duplicar el material genético (ADN) extraído de un paciente o una muestra hasta tener millones o miles de millones de copias donde poder identificar una secuencia en concreto, en este caso, se busca la presencia de ARN del SARS-CoV-2 para determinar si una persona está contagiada. Para conseguir la detección, los laboratorios someten a la muestra a diversos ciclos de amplificación (Ct, por su nombre en inglés), hasta que la máquina es capaz de detectar el material genético en concreto.
“A cada ciclo, la máquina mide: ciclo 1, ¿hay señal? Es decir, ¿se ha producido la amplificación de mi fragmento? No. Pues voy al ciclo 2. ¿Se produce la señal? No. Pues voy al ciclo 3. Y así hasta que se produce la señal”, explica a Verificat Belén Barreiro, vicepresidenta de la Asociación Española de Bioempresas (AseBio) y directora general de Ingenasa. Cuanto antes sale el positivo, mayor es la carga viral: una muestra que positiviza tras 12 rondas tenía una cantidad de material genético viral más de 10 millones de veces superior a una que positiviza tras 35 ciclos. En caso de que no aparezca el virus, significa que la persona no está infectada.
Una prueba PCR “está estandarizada para someterla a cuarenta ciclos”, explica la experta, es decir, está programada para realizar 40 amplificaciones (y no a 60, tal y como señala el documental). Ahora bien, a partir de cierto ciclo, entre el 35 y el 40 en función de la máquina y del fabricante, “todo lo que aparece puede ser o debido a contaminaciones o que esas amplificaciones se producen de manera inespecífica”, por lo que los resultados “no se consideran positivos”.
En otras palabras, el corte que establece qué resultados son válidos y cuáles no se encuentra por debajo de los 40 ciclos, como establecen los fabricantes. Por tanto, pese a que a partir de 60, tal y como señala Prego, es cierto que puede haber un alto porcentaje de falsos positivos, las pruebas solo llegan a las 40 amplificaciones, con lo que, el razonamiento es engañoso.
Natalia Prego es conocida en el mundo de la desinformación por ser una de las fundadoras de Médicos por la Verdad, una organización orientada a difundir mensajes falsos sobre la pandemia y que ya hemos desmontado en artículos como este.
[La vacuna de ARNm] es una terapia génica experimental que puede provocar modificaciones en el genoma humano al largo plazo.
Este es uno de los argumentos más repetidos y desmentidos desde que empezó la campaña de vacunación. Sin embargo, las vacunas de ARNm son no terapias génicas experimentales, y no tienen la capacidad de modificar el genoma humano.
Tanto la de Pfizer-BioNTech como la de Moderna son vacunas de ARN mensajero. A diferencia de las de vector viral (AstraZeneca o Janssen) estas no introducen ningún patógeno, ni siquiera modificado, para provocar la respuesta inmunitaria del organismo, sino que incorporan dentro de una cápsula lipídica —una ‘bolita’ de grasa— el ARN mensajero sintético creado en un laboratorio que contiene parte del código genético del virus. Ese código genético es una especie de manual de instrucciones que le dice a las células de nuestro organismo cómo tienen que fabricar una proteína del virus —también llamado antígeno, que en el caso de la covid-19 es la proteína S— para que éste aprenda a identificarlo y poder así atacar al virus correctamente en caso de infección.
En un artículo publicado en The Conversation Jose María Jimenez Guardeño, investigador del Departamento de Enfermedades Infecciosas del King’s College de London, y Ana María Ortega-Prieto, investigadora asociada postdoctoral también del King's College de Londres, desmienten que el ARN pueda alterar nuestro ADN y, por lo tanto, dañar el genoma.
Los autores afirman que “la molécula de ARN es muy frágil —tanto, que estas vacunas se tienen que conservar a temperaturas bajísimas— y el tiempo que permanece en las células es muy corto (horas) [...] Por lo tanto, este ARN no se quedará dentro de la célula un tiempo suficiente como para poder hacer algo más que producir la proteína de virus y desaparecer”.
Y, por lo tanto, sobre si modifican el ADN y amenazan el genoma humano, se expresan en estos términos: “En resumen, no hay ninguna evidencia científica en base a lo que conocemos sobre biología molecular que indique que el ARN mensajero usado en las vacunas frente al Covid-19 pueda tener la capacidad de alterar nuestro genoma”.
La autora de la declaración es, de nuevo, es Natalia Prego, pero sobre esta cuestión también opinan en el documental Jon Ander Etxebarria, ex decano del Colegio Oficial de Biólogos de Euskadi (COBE), o Luis Miguel Benito, médico del Hospital Universitario de El Escorial, negando que la inyección pueda considerarse tal cosa. Ambos han sido protagonistas durante la pandemia por emitir mensajes falsos sobre ésta, y sus declaraciones han sido desmentidas por Verificat y otras agencias de verificación españolas.
Se prevé que pueda haber efectos a nivel de fertilidad, o de inhibición de la fertilidad, como uno de los efectos secundarios de la vacunación.
El asunto de la infertilidad que supuestamente podrían provocar las inyecciones contra la covid-19 ha estado presente desde el principio de la campaña de vacunación. Sin embargo, no hay evidencia de que tras la vacuna haya una reducción de la fertilidad masculina o femenina, ni un aumento de abortos espontáneos a consecuencia de las inyecciones, según los últimos datos publicados este mismo 2022.
“No hay ninguna evidencia de que las vacunas, en particular las vacunas contra la covid-19, puedan tener un impacto sobre la fertilidad, ni en hombres, ni en mujeres”, afirma con rotundidad a Verificat Adelaida Sarukhan, inmunóloga y redactora científica del Instituto de Salud Global (ISGlobal) de Barcelona.
Sí que puede ocurrir que tras haber recibido la inyección, se den una serie de factores que puedan dar lugar a una reducción en la producción de espermatozoides, pero es temporal, y a consecuencia de los efectos secundarios, como la fatiga o la fiebre, no del contenido del vial en sí. “Algunas personas tienen fiebre durante un día o dos tras recibir la vacuna, y se sabe que las fiebres pueden ocasionar reducciones temporales en la producción de espermatozoides”, señala Sarukhan. Sin embargo, “este efecto es temporal” y similar al que la persona podría experimentar “si tiene fiebre por otras razones, por ejemplo un resfriado o una gripe”, concluye.
Lo que sí se ha encontrado, según un estudio publicado en enero de 2022, es que la infección por covid-19 puede estar asociada con una disminución en la fertilidad de los hombres hasta 60 días después de la infección. En mujeres embarazadas, además, tener covid-19 incrementa el riesgo de complicaciones que pueden afectar al embarazo y desarrollo del feto, tal y como recogen los Centros para el Control y Prevención de Enfermedades (CDC, en inglés).
El autor de la declaración es Óscar Aguilera, quien durante la pandemia fue uno de los formadores de cursos de suplementación nutricional integrativa, una disciplina que entra en el grupo de las pseudociencias, en la Escuela de Salud Integrativa (ESI) de Madrid. Este centro ya se ha visto envuelto en polémicas con el Ministerio de Ciencia por impartir másteres similares junto a universidades que carecen de validez científica.
Ha habido cantidad de fallecimientos en residencias de mayores que ya se habían vacunado
Las residencias de la tercera edad han permitido observar la eficacia de la campaña de vacunación con lsa vacunas de ARNm. Tras tres meses de observación, los datos demostraron que su efectividad ha sido del 71% frente a la infección sintomática y asintomática por SARS-CoV-2, del 88% en la prevención de hospitalizaciones y del 97% en evitar fallecimientos. Sin embargo, es cierto que, tal y como insinúa el documental, las vacunas no evitan la infección y, en ciertos momentos de la pandemia, la cantidad de vacunados fallecidos ha superado a la de no vacunados. Pero no se trata de una cuestión de efectividad de la vacuna, sino de simple estadística, como explicamos con datos de Catalunya.
El número de personas vacunadas y no vacunadas que se encuentran hospitalizadas, ingresadas en la UCI y que han muerto a causa de la covid-19 no se puede comparar de manera directa. “Por simple probabilidad, cuantas más personas vacunadas haya en una población, más se espera que la mayoría de infecciones y muertes ocurran en el grupo de personas vacunadas, comparado con las no vacunadas”, porque ninguna vacuna es eficaz al 100%, tal como explicaba Adelaida Sarukhan, inmunóloga y redactora científica del Instituto de Salud Global (ISGlobal) de Barcelona.
Por otro lado, ya en mayo (apenas medio año después de que comenzara la campaña de vacunación en España) existían estudios en la vida real que señalaban que, aunque en menor medida, las vacunas evitan [también] la infección sin síntomas.
Ahora la situación ha cambiado debido a la variante ómicron —mucho más transmisible que la delta—, pero los informes pasados presentados por el Ministerio de Sanidad han mostrado desde noviembre de 2021, fecha en la que además empezaron a diferenciar entre vacunados y no vacunados (sobre lo que hablamos aquí), que la vacunación contribuía a reducir la probabilidad de contagio, hospitalización y muerte.
Los informes también mostraban una eficacia similar a las de los ensayos clínicos, según aseguraba a Verificat Jorge Carrillo, vocal de la Sociedad Española de Inmunología (SEI).
El autor de la declaración es, de nuevo, Óscar Aguilera, mencionado anteriormente.
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