25/04/2019
Estamos a las puertas de la campaña de las elecciones municipales en Barcelona. Las redes sociales son un campo de donde arañar hasta el último voto. Dedicamos mucha parte de nuestro tiempo a la contemplación de ese pequeño dispositivo que nos acompaña a todas partes y que continuamente atrae nuestra atención con sus notificaciones.Cada vez estamos más expuestos a esa realidad virtual que nos envuelve.
Cuando nos relacionamos en las redes sociales, ampliamos nuestros vínculos reales con otros virtuales, muchas veces desconocidos. La percepción de nuestro entorno se ve ampliada en el área virtual y por tanto puede ser modificada tanto en la reafirmación de nuestras opiniones como en la aceptación de otras nuevas ante las que manteníamos una postura de tibieza. La facilidad de generar y propagar contenidos ha favorecido la creación de una falsa realidad. Todos estamos expuestos a los mensajes que nos llegan por distintos canales virtuales dirigidos más a nuestro corazón que a nuestra razón.
Si en el mundo analógico a veces podemos confundir la realidad, con mucha más facilidad es posible perderse en los mundos virtuales. El conjunto de relaciones que vamos adquiriendo a lo largo de la vida, desde la familia, la escuela, el trabajo, la amistad o la vecindad nos configura una visión de nuestro entorno que puede a veces sorprendernos al descubrir que las cosas no eran lo parecían.
En los últimos procesos electorales de EE.UU y Brasil o en el referéndum del Brexit, planea la sombra de la duda de hasta qué punto las redes sociales influyeron en el resultado final.
Se han realizado muchos análisis sobre lo ocurrido encontrándose pautas similares de actuación. Se ha detectado la proliferación de bulos o medias verdades para atacar a un candidato o para estimular la xenofobia, el antifeminismo o la homofobia. La difusión de esta información se realizó por dos vías: con la contratación de publicidad segmentada y utilizando perfiles falsos o automatismos de difusión. En el caso más reciente de Brasil, además, la mensajería instantánea jugó un importante papel para difusión en entornos de confianza de familia y amigos.
Centrándonos en el uso de perfiles falsos y propagación mediante automatismos vamos a hacer el ejercicio de definir como se estructura esa falsa realidad en la plataforma Twitter.
Aunque Twitter no es uno de los mundos virtuales más poblados (un 26,2% según el CIS) tiene dos características que lo hacen idóneo para analizarlo: sus mensajes son públicos y está muy vinculado al periodismo y por tanto amplificado por este.
La plataforma Twitter fue la primera que implementó en el año 2009 el mecanismo de retransmisión que más tarde fue secundado por Facebook. Este mecanismo hace posible que los mensajes se difundan por distintos grupos conectados y cuando la amplificación es muy grande adquieran una gran visibilidad al ser tendencia.
En Twitter los mensajes son públicos y potencialmente podrían llegar a cualquiera y permite que los mensajes circulen por entornos menos globales.
Cada usuario elije a quien seguir y esto configura su timeline en el que aparecerán de forma cronológica lo que publiquen sus seguidos. No le llegará por esta vía mensajes de otros perfiles que no siga, salvo que haga alguna consulta por algún tema en concreto. Normalmente los temas que son tendencia por estar de actualidad suelen ser muy consultados y favorecen a acceder a información fuera del timeline. Por tanto la propagación es más fácil si participan perfiles con muchos seguidores o cuando el mensaje contiene un tema que es tendencia.
Cuando se quiere propagar un mensaje es necesario disponer de una red de seguidores receptivos al contenido y motivados para su difusión. Si esa red no se consigue de manera natural, se puede crear o ampliar artificialmente con perfiles falsos.
La creación de una realidad ficticia es algo que ha existido desde hace tiempo y que se ha ido adaptando a los distintos canales de comunicación. Desde el año 2007 se encuentra en la Wikipedia la definición del Astroturfing, realizada inicialmente por Ismael Peña-López, que se ajusta como un guante a la creación de perfiles falsos en Twitter:
Astroturfing es un término referido a campañas de relaciones públicas en el ámbito de la propaganda electoral y los anuncios comerciales que pretenden dar una impresión de espontaneidad, como nacida de una fuerte relación con el entorno social. El nombre proviene de un doble juego de palabras en inglés, partiendo del concepto de grassroots (literalmente "raíz de hierba", figurativamente "de base"). Este concepto sirve para calificar a los movimientos «con base social», que surgen «de abajo», de la interacción de los miembros de una comunidad. Por otro lado, AstroTurf es una conocida marca estadounidense de césped artificial, cuyos productos están diseñados para parecer hierba natural. Así, astroturfing hace referencia a esa artificialidad, a esa falsa base social de ciertas campañas comerciales.
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